Jornada 06. En la boca del lobo (1)


Mara observó cómo el sol se ponía en el horizonte descendiendo lentamente hasta ser tragado por el mar Mediterráneo. Por su cabeza pasó que se trataba de la calma antes de la tempestad. Su tarea no era sencilla, y menos a su edad. A pesar de cuidarse ya no era la jovencita que se había cruzado con Doc hacía ya un cuarto de siglo. Pensó en esos años… perdidos, ¿realmente valía la pena todo lo que había estado haciendo esos años? ¿Perseguir a ese loco y tratar de sabotear sus experimentos? ¿O se había convertido en una paródica versión femenina del Quijote español?

Respiró hondo mientras comprobaba una vez más el equipo de submarinista. No había sido complicado conseguirlo, incluso legalmente. Al fin y al cabo estaban en una isla, rodeados de agua, y era normal que hubiera gente que quisiera practicar el submarinismo con botella. Comprobó la mezcla de nuevo. Y la máscara, y la boquilla… Estaba nerviosa, si algo tenía claro es que su misión se podía calificar como suicida. Ya sólo llegar al portaaviones sería una tarea complicada. Con todas las contramedidas que esos barcos solían llevar cuando estaban anclados… y si conseguía llegar tendría que colarse sin ser descubierta, encontrar ropa para pasar desapercibida, y algún arma… y conseguir llegar hasta donde estuviera Doc. Todavía no tenía claro cómo lo haría para encontrarle. La mayor parte de su misión era pura teoría, había tantas cosas que podían salir mal que prefería no pensar demasiado a largo plazo. Tendría que ir improvisando la mayoría del plan. Y pensándolo fríamente, la parte sencilla sería llegar al portaaviones.

Esperaba que el no ir armada, ni con ninguna bomba y sin apenas metal pudiera engañar a los sensores pasivos y activos que había alrededor del enorme buque. Que la confundieran con algún grupo de peces o algo parecido. Además llevaba un traje que le permitiría esconder su señal de calor. Había tratado de pensar en todas las posibilidades y encontrar una contramedida. No nadar demasiado rápido, ni demasiado lento, hacer cambios de rumbo aleatorios tanto en tiempo como en lugar, no acercarse directamente. Pero la suerte al final sería una parte importante de su plan. Y eso no era algo que le gustara. Por ahora había tenido buenas y malas rachas. Sus cicatrices eran testigo de ello, y las de Doc. Unas veces le favorecía a ella y otras a él. ¿A quién favorecería esa noche? Mientras todo el mundo esperaba a los Reyes Magos ella usurparía esa labor colándose en un portaaviones para dejarle algo de metal a Doc… y si fuera en la cabeza mejor.

1 comentario

  1. SI !!!! Genial, esto es lo que yo buscaba … ¿ Que pasara con Doc y con Mara ?? La curiosidad me mataba, lo copio y lo meto en mi libro electroncio (: !


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