Díaz hizo una pausa para estudiar el rostro de Xavier que no mostraba su incomodidad y sí cierta curiosidad.
-Afortunadamente conmigo había varios fieles que creían, como yo, que Dios tenía un plan y que teníamos que ayudarle a llevarlo a cabo. Aprovechando mi condición estudié el castillo, sus entradas, la vigilancia y después de planearlo con mis compañeros una noche nos pusimos en marcha. Abrimos las puertas del castillo para que los zombis entraran y tomaran por sorpresa a los refugiados.
Xavier podía imaginarse el desastre que Díaz había ayudado a crear.
-¿Cómo se salvo usted y sus compañeros? –Preguntó con curiosidad, temiendo que sus compañeros de viaje fueran sus fanáticos ayudantes.
-Mis compañeros ahora estarán haciendo compañía al Señor.