Jornada 05. Cabalgata de muertos II (24)


Apretó con fuerza la escopeta deseando que apareciera algún zombi. Necesitaba descargar su ira. La rabia que sentía y la impotencia iban creciendo a cada paso que daba, y no se podía quitar la imagen de ese avión que habían derribado. ¿Para que no diera la noticia? ¿Para no dejar testigos? ¿Cómo reaccionaría el resto del país, el resto del mundo cuando se enteraran? ¿Se enterarían? Era irremediable que la noticia se diera. Dejar la isla aislada era una cosa, pero la gente haría preguntas, las compañías aéreas y navieras también, las familias… ¿o tendrían el suficiente poder como para poder ocultar una cosa así?

Debían de ponerse a salvo y entonces daría a conocer al mundo lo que estaba pasando en esa isla. Con pelos y señales. Con videos, con pruebas… gracias a Internet. Daba igual que trataran de desacreditar los videos, o borrarlos. Se había preparado toda la vida para algo así, y ya había vivido una plaga; no más… si salía vivo claro. Lo más inmediato sería salir de la isla. Pero por aire ya estaba descartado, y por mar se temía que la jodida Sexta Flota americana no hubiera ido de vacaciones al fin y al cabo, y estuvieran vigilando las costas. Sólo quedaba un camino, y tampoco sería sencillo, el submarino que había traído a Mara. Pero… los americanos estarían vigilando también las profundidades. Bueno… lo primero llegar al hotel sanos y salvos, luego dar a conocer al mundo lo que estaba pasando. Y después poner a salvo a sus sobrinos.

El grupo que había continuado avanzando en silencio llegaron a la calle Gerreria.

-Los juzgados nuevos se encuentran en esta zona -dijo Jordi preocupado- así como un centro de salud… con lo que eso implica.

-A lo mejor los zombis no han llegado todavía aquí –aventuró Gerald pensativo mientras miraba el mapa y las rutas alternativas.