Doc se tomaba su tiempo para hacerle las pruebas a Mara. No tenía prisa. Y disfrutaba viendo la cara de dolor de su paciente. Le había ido extrayendo sangre de todos los sitios que se le había ido ocurriendo, para analizar si había cambios en su composición, por supuesto.
Además había tomado muestras de sus huesos. El procedimiento era extremadamente doloroso, pero no le importaba demasiado. Si en algún momento sentía algo de culpa se acariciaba la pierna o el lateral de su cabeza y se le quitaban los posibles remordimientos.
También había tomado muestras de su médula ósea por supuesto. No debía dejar ningún cabo suelto. Lo más divertido había sido que en ese procedimiento había contado con la colaboración de su paciente. Era eso o que se pudiera quedar inválida para el resto de su vida… no es que cambiara demasiado para él, pero bueno… no era cuestión de quitarle esperanzas a la pobre mujer.
A pesar de todo lo que le había hecho no había conseguido romperle todavía su espíritu combativo. O era muy estúpida o sabía algo que él desconocía.
Al final del día daba igual. Ella era su prisionera. Comprobó una vez más el instrumental, no era cuestión de matarla de una infección. Aunque una fiebre no estaría más. Que delirara. Dejó aparcada la idea de inocularle un virus por ahora y se centró en su tarea, extirparle un trozo de cerebro para una biopsia. Ya le había biopsiado casi todos los órganos de su cuerpo, pero todavía le quedaba abrirle la cabeza, bueno, no literalmente. Para lo que él necesitaba bastaba con hacerle un agujero pequeño. Pero eso no tenía porqué saberlo ella.