Jornada 01 Un nuevo comienzo (05)


-Nadie hace nada por nada –replicó Marcos-, seguramente esperará algo a cambio. Dinero, favores especiales, permisos de construcción…

-Simplemente poder cumplir mi sueño –respondió Pep-, tener un hotel en primera línea sin que los burócratas me compliquen la vida más de lo necesario.

-¿Una carta blanca para construir un hotelucho que no cumpla con esas leyes? –preguntó Marcos creyendo ver por dónde iba Pep.

-No, no, todo lo contrario, mi intención es hacer el hotel más seguro y fabuloso de esta isla –respondió Pep sonriendo como un niño pequeño-. Pero ambos sabemos que a veces los inspectores de obra, o los obreros… pueden causar problemas diversos. Simplemente quiero que eso no me ocurra a mí. Ni más ni menos.

-Eso podría arreglarse –dijo Marcos lentamente mientras pensaba sobre el tema-, pero su idea… costaría mucho dinero. Los hoteles tendrían que ser remodelados, seguramente la mayoría serían derribados para ser construidos de cero…

-Con todo lo que eso implicaría –dijo Pep enseñando la gallina de los huevos de oro-. Nuevos permisos, miles de millones de euros en subvenciones, trabajo a destajo para la mayoría de la población, inversiones a corto plazo que rápidamente darán beneficios… para todo el mundo.

>>Nadie perdería. Al principio seguro que los hoteleros se quejarían, pero sinceramente, ahora mismo no están ganando dinero precisamente con sus establecimientos así que… con la perspectiva de volver a ganar dinero con sus hoteles seguro que no se opondrán a esa nueva ley y las reformas que implican.

Marcos sonrió ante la perspectiva. Las subvenciones era uno de los departamentos que él manejaba… y seguramente venderle la idea al Conceller sería sencillo; éste tenía muchos amigos constructores que seguramente le estarían muy agradecido. Además, bajaría el paro, la gente tendría un empleo, y un sueldo. Eso haría que gastaran más dinero… podría revitalizar toda la sociedad mallorquina de nuevo.

-Creo que podré proponer su idea al Conceller –dijo finalmente Marcos.

-¿Mi idea? –comentó inocentemente Pep-. Me temo que no sé de lo que me está hablando amigo mío. Sólo le pido que me informe del contenido de la futura ley con tiempo para poder presentar mi hotel a la sociedad mallorquina y mundial.

Marcos sonrió más aún. Eso le podría dar un buen empujón a su carrera. Ser el salvador de la sociedad mallorquina, seguramente podría hacerse con el tiempo con una de las Consellerias… o quién sabe… dirigirlas todas como el presidente autonómico.

El camarero trajo los primeros platos y sirvió de una botella de vino que habían pedido. Ambos alzaron sus copas para brindar.

-Por el resurgir del turismo –dijo Pep.

-Por el resurgir del turismo –respondió Marcos brindando con su copa.

Jornada 01 Un nuevo comienzo (04)


Después de mucho moverse, finalmente consiguió reunirse con el secretario de uno de los integrantes de la Consellería de Turisme, el equivalente balear del ministerio de turismo. El secretario, un joven ambicioso llamado Marcos, al principio le miró con cierto recelo, como si esperase que llevara un micro o una cámara oculta y que le fuera a ofrecer algo ilegal. Marcos no tenía miedo a que les pasaran esas pruebas a la fiscalía, sino que se deslizaran a la prensa, al fin y al cabo, los jueces hacían lo que ellos decían.

-¿Qué es lo que desea? –le pregunto mientras sorbía de una copa de agua y seguía estudiando a Pep.

Pep sonrió. Era natural que esta gente, ambiciosa, fuera con pies de plomo, así que trató de ser lo más amable posible, demostrando su buena fe y que no tenía nada que temer de él.

-Quiero revitalizar el turismo en Mallorca –dijo sonriendo mientras estudiaba la carta del restaurante donde se habían citado.

-Buena suerte con ello –dijo sarcásticamente Marcos-. No es usted el primero que lo ha intentado, y nadie hasta el momento ha tenido éxito. Y espero que su idea no sea la de crear un zoo de zombies dado que esa idea ya se ha propuesto… y aceptado.

Lo último lo dijo con cierto disgusto. Seguramente porque no era idea suya más que por usar a los zombies como atracción turística.

-No, nada tan… bueno… no sabría cómo calificar esa idea –dijo a modo de disculpa Pep para no pillarse las manos-. Mi idea es otra, aunque también implica usar a los zombies en cierta manera.

Cuando llegó el camarero ambos se quedaron en silencio y sólo hablaron para pedir su comida. Una vez se hubo marchado el camarero Pep continuó hablando.

-Como ya sabrá uno de los problemas de esta isla con respecto al turismo es que no podemos asegurar la protección de la gente adecuadamente –antes de que Marcos pudiera rectificarle le hizo un gesto pidiéndole paciencia y siguió hablando-. Es cierto que tanto el gobierno central como el autonómico han hecho todo lo posible para asegurar la isla, además han estacionado varias unidades del ejército para dar sensación de seguridad, pero seguimos estando en una isla de la que no podemos escapar si se vuelve a repetir el ‘problema’.

>>Mi proyecto implica darle la seguridad que les falta a los turistas. Proclamar una ley que obligue a todos los establecimientos hoteleros a seguir unas medidas de protección anti-zombie. Como tener un refugio adecuadamente preparado para que sus clientes sobrevivan al menos una semana sin problemas, y que obligue a contratar a un cuerpo especial de seguridad para dar más la sensación de protección.

Marcos se le quedó mirando.

-¿Y qué quiere usted a cambio? Preguntó mientras seguía estudiando con la mirada a Pep.

-Nada realmente –sonrió Pep ante la mirada suspicaz de Marcos al escuchar la contestación.

Jornada 01 Un nuevo comienzo (03)


El problema con el que se encontraba ahora la isla era el turismo. La gente no estaba por la labor de viajar, de salir de la protección de sus casas para aventurarse a ir a otros países, y menos a una isla en la que no había a donde huir.

Mallorca se pasó los siguientes años buscando un negocio alternativo, y mientras tanto la economía se resintió y el paro subió hasta cifras nunca conocidas. El gobierno local no encontraba la solución a pesar de las ayudas que le llegaban del gobierno central. Mientras todo esto ocurría Pep había acabado la mili y también la carrera de Turismo. El motivo para ello era que el turismo no había muerto. Simplemente se había movido de lugar.

Pep tenía el sueño de dirigir un hotel en Mallorca, y conseguir que el turismo volviera a la isla y la revitalizara. Pero seguía sin saber cómo hacerlo.

Durante uno de sus viajes, mientras trabajaba en un hotel, conoció a Antuan, uno de los cocineros, que en realidad se llamaba Toni, pero se hacía llamar así dado que lo francés seguía vendiendo bien en cocina y quedaba mejor decir que tenías un cocinero llamado Antuan y no Toni. Cuando ambos descubrieron que eran mallorquines se hicieron amigos y comenzaron a añorar los buenos viejos tiempos. Y Pep le habló de su sueño de conseguir que Mallorca volviera a acoger el turismo. Toni al principio se rió de él, pero al ver con la seriedad que lo decía le propuso un trato. Si conseguía su objetivo y abría un hotel él iría a trabajar a la isla. Pep sonrió. Toni era uno de los mejores cocineros que había conocido y sacaba platos exquisitos a partir de muy poca cosa. Desde luego que se acordaría de esa promesa en el futuro.

A medida que trabajaba en más hoteles y visitaba más países se daba cuenta de que lo que la gente buscaba era seguridad. Y eso en Mallorca no se podía conseguir… o tal vez sí. Comenzó a gestar una idea durante los siguientes años mientras comenzaba a mover los hilos para llevarla a cabo.

Finalmente volvió a la isla con un plan. Y dinero. Había hablado con diversas personas sobre su proyecto, pero pocas querían arriesgar su dinero en una empresa tan… peligrosa. Pero una de esas personas vio el brillo en los ojos de Pep, y le concedió el préstamo siempre y cuando primero pudiera asegurar el éxito de su plan.

Jornada 01 Un nuevo comienzo (02)


Pep era uno de los mallorquines que había sobrevivido a la guerra mundial zombie. Cuando los muertos habían vuelto a la vida él acababa de cumplir los 18 años y se encontraba a punto de comenzar a hacer la mili. Ya le habían sorteado y reconocido medicamente, le había tocado artillería en el cuartel de Son Busquets. Un enorme complejo en la denominada ‘part forana’, como la llamaban algunos para referirse a las afueras de la ciudad. La verdad es que no le hacía ninguna gracia hacer la mili. Su idea era entrar en la universidad y estudiar turismo. No es que le apasionara el tema, pero dado que la isla vivía del ídem, era natural que buscara un tema en el que podría conseguir un trabajo fácilmente.

Pero los no-muertos tenían otros planes y él había acabado refugiado en las montañas junto a otras personas sobreviviendo de lo que podían encontrar en sus excursiones a la ciudad de vez en cuando. No todos habían sobrevivido y el tiempo pasado en la montaña había sido una pesadilla. Siempre pasando miedo, sin apenas poder dormir por las noches creyendo que cuando cerrara los ojos aparecería un grupo de zombies para sorberle el cerebro.

Pero la realidad era muy diferente. La había visto demasiado de cerca. Los zombies no comían cerebros, y por lo que sabía no les importaban nada. Su objetivo parecía ser simplemente el de encontrar a cualquier humano vivo y matarlo. De hecho tampoco parecían molestarse en simplemente convertirles, dado que en ese caso no habrían tratado a los muertos de forma tan salvaje.

Cuando finalmente todo acabó y la vida volvió a la normalidad las cosas habían cambiado. La gente tenía miedo. Mucho miedo. El gobierno temporal cambió las leyes, permitió a las personas comprar armas al más puro estilo de los Estados Unidos, y lo peor de todo, no se había librado de hacer la mili. Lo cual, visto lo visto, tampoco le importó mucho. Durante la instrucción pensó en seguir la carrera militar, lo que parecía ser el mejor método para ganarse la vida. A pesar de que los más tocados habían sido los civiles lo cierto es que los ejércitos de todo el mundo necesitaban soldados, y los sueldos que ofrecían eran bastante golosos… pero los zombies…

El gobierno temporal se convirtió en el gobierno definitivo que incluyó un nuevo ministerio con un miembro de la iglesia a la cabeza. Lo cierto es que la gente se había vuelto más conservadora, más temerosa de Dios… y la Iglesia lo había aprovechado a la perfección.

Jornada 01 Un nuevo comienzo (01)


Pep se encontraba en su despacho cuando recibió una llamada de recepción que le urgía a encender el televisor. Buscó el mando entre los papeles que tenía repartidos por la mesa y cuando lo encontró lo encendió. Le surgió la duda, dado que no le habían dicho qué canal mirar.

En la pantalla apareció la cortinilla de “COMUNICADO DE EMERGENCIA. PERMANEZCAN ATENTOS A SU PANTALLA”.

Unos segundos más tarde apareció la figura del presidente de la comunidad balear que comenzó a leer un comunicado.

“Queridos conciudadanos, me veo en la obligación de informarles que he puesto la ciudad en estado de emergencia. Pero no se alarmen. Esperamos realmente que esta situación no se prolongue por mucho tiempo. Nos hemos visto en la obligación de tomar esta medida debido a la reciente fuga masiva que se ha producido en la cárcel de Palma. No hay un peligro real para la población, las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado se están coordinando con la guardia civil, el ejército y la policía local para arrestar a los presos fugados. Por ello ruego a todos los ciudadanos que permanezcan en sus casas en la medida de lo posible hasta que esta situación se resuelva. No se alarmen si ven más presencia policial por las calles de la habitual. Es por su seguridad. Además procederemos a poner controles en todas las salidas de la ciudad por lo que recomendamos que no usen el coche salvo en situaciones extraordinarias para que no se produzcan atascos.

>> Muchas gracias por su atención y que Dios les bendiga.

Pep vio como volvía a aparecer la cortinilla y pocos minutos después todas las cadenas retomaban su programación habitual aunque en la parte inferior de la pantalla aparecía un mensaje continuo recordando la fuga y las medidas tomadas.

Al menos no se trataba de una noticia sobre zombies, pensó Pep mientras apagaba la televisión y volvía su atención a asuntos más urgentes.

El hotel que dirigía no iba a conseguir dinero si no supervisaba él todo, ni se iban a hacer pedidos ni pagar a los empleados por arte de magia. Suspiró y se recostó en su silla de ejecutivo. Le había costado encontrar una silla adecuada. Para mucha gente, su fijación en encontrar la silla perfecta era algo enfermiza, pero no eran ellos los que tenían que pasar tres cuartas partes del día sentado en un despacho.

Y además era época navideña. Su hotel estaba completo. Lo que eran buenas noticias. Y esperaba que la ocupación se mantuviera así durante todo el año. Debía comenzar a pensar en contratar a alguien más para que le ayudara en el día a día del hotel, los becarios no daban abasto tampoco, y aunque hacían un buen trabajo… sólo eran becarios. Quién lo iba a decir, al final el nombre que le había puesto al hotel iba a tener buena parte del éxito del mismo, miró una foto de la fachada con un cartel resplandeciente con el nombre: Hotel Isla del apocalipsis.

Jornada 11. El final del principio III (XVI). Epílogo


Diciembre de 2009

Mara afilaba el cuchillo en su camarote. Lo hacía habitualmente cuando estaba nerviosa. La última información que había recibido situaba a Doc en una isla del Mediterráneo, la isla de Mallorca, en España.

Alguien llamó a la puerta de su camarote. Se levantó y envainó el cuchillo. En el estrecho pasillo se encontraba el padre Xavier.

-Llegaremos en breve -le informó el sacerdote-. Me alegro de que hayas decidido acompañarme a la isla, con un poco de suerte te quitarás de la cabeza esa venganza tuya que te está corroyendo desde hace tantos años.

Mara sonrió. El sacerdote no sabía la verdadera razón que le había llevado a aceptar el trabajo. Era cierto que con el tiempo había considerado un compañero a Xavier, pero seguía siendo un hombre de Dios, y no creía en la justicia impartida unilateralmente. Igualmente, el padre Xavier era demasiado valioso como para dejarle sin escolta. A lo largo de los años también se había ganado enemigos. Sobre todo en el seno de la Iglesia.

Y ahora ambos tenían una diana sobre sus cabezas, y un precio por las mismas.

Acompañó a Xavier al puente. Con la Sexta Flota americana en la zona era complicado pasar desapercibidos, afortunadamente habían conseguido un par de submarinos que les ayudaran a burlar la vigilancia del gran Hermano a la hora de viajar por el mundo. Miró a través del telescopio. En la superficie comenzaba a anochecer. El momento ideal para desembarcar. A lo lejos podía ver las luces de la ciudad. Y el enorme porta-aviones que estaba anclado en la bahía de Palma. Sonrió. Sería tan sencillo… un par o cuatro de torpedos y Doc sería historia… o tal vez no. Ese hombre era más escurridizo que una anguila y ya se había escapado de ella en varias ocasiones. Pero esta vez… se había escondido en una ratonera.

El capitán del submarino iba dando órdenes mientras la tripulación trataba de mantenerse en silencio y no hacer ruido. Ahora lo importante era navegar en silencio. No llamar la atención y pasar por debajo de los barcos que vigilaban esas aguas.

Tras un par de horas de avance lento y silencio sepulcral el submarino salió a la superficie cerca de una cala abandonada, antiguo hogar de pescadores. En la orilla alguien hizo unas señales con una luz, la convenida. Mara desembarcó junto a Xavier y un par más de personas en un bote neumático rumbo a la orilla.

El submarino volvió a sumergirse. El plan era que se alejara y se escondiera y se mantuviera en contacto según el plan por si había que salir de ahí huyendo. Ahora sólo quedaba deshacerse de Xavier con alguna excusa y comenzar la cacería.

FIN (por ahora)

Jornada 11. El final del principio III (XV)


Mara no pudo evitar sonreír débilmente.

-Entonces tal vez pueda hacerme el favor de pasare por la misma y recoger mis cosas le pidió- creo que no sería buena idea dejarme ver demasiado y menos entrar en la habitación de una fugitiva buscada y odiada.

Ortiz se cuadró y salió a paso ligero, lo que hizo que Mara se quedara sola y en silencio mientras otros soldados cargaban los vehículos con víveres y armamento.

¿Qué esperaba conseguir con esta caza? ¿Vengar a los muertos? ¿Justicia? No se había parado a pensar en ello. Actuaba por instinto sin pararse a pensar. Algo que le había señalado en infinidad de ocasiones el general Smith y que a menudo era tanto su punto fuerte como su punto débil.

Se sentó sobre el capó de uno de los vehículos todoterreno estudiando el mapa de la zona. Su mirada recorrió todo el terreno que había ido explorando a lo largo de esos años. Quien iba a decir que a los ojos del mapa no pareciera mucho. Ahí estaba el bosque en el que había muerto el espía, y la desaparecida ciudad a manos de Doc. Y la otra ciudad en la que casi había muerto nada más perder la memoria. O la otra ciudad donde también había casi muerto a manos de los mercenarios… Definitivamente iba a tener que evitar pasar por las ciudades. Habían demostrado ser una amenaza para su vida.

Se preguntaba qué haría a partir de ahora. Con su memoria recuperada. ¿Recuperar su vida limpiando su nombre? Desde luego, lo que fuera que le deparaba el futuro, seguro que sería interesante.

Jornada 11. El final del principio III (XIV)


Ortiz sacó un mapa de uno de los bolsillos de su uniforme y lo puso sobre el capó. El grupo comenzó a estudiarlo. Mientras Mara observaba el mapa no pudo evitar seguir visualmente la ruta que le había llevado hacer semanas, en el mapa no parecía gran cosa. Puso su dedo sobre un punto del mapa.

-Si no voy errada el castillo se encuentra en esa zona –dijo Mara-, no debe de estar en el mapa dado que todavía no era una atracción turística ni un punto de interés.

-Parecen ser entre ocho y diez horas de viaje a velocidad máxima por autopista… -dijo dubitativa Sam-, todo un viaje.

Sam se quedó unos instantes pensativa y luego se dio una palmada en la frente y sonrió.

-Claro, que simplemente podríamos llamarles por teléfono –dijo sonriendo.

Todos se la quedaron mirando sorprendidos lo que hizo que Sam se sonrojara levemente.

-Lo siento, lo acabo de recordar –dijo a modo de disculpa-. Henry y Gerald se comunicaban usando un teléfono vía satélite. Intercambiaban noticias, y anécdotas.

-¿Dónde está el teléfono? –Preguntó con voz de urgencia Mara.

-Supongo que estará… -Sam hizo una pausa-, en la habitación de Henry… lo siento, no he estado ahí desde que… murió.

El padre Xavier se ofreció a acompañar a Sam a buscar el teléfono y ofrecerle cierto apoyo moral. Sam asintió y aceptó la oferta.

Ortiz y Mara continuaron haciendo planes.

-Igualmente deberemos irnos de la base –dijo Mara-. Y antes de que diga nada soldado, una vez las cosas se calmen pensaré en avisarle para que se una a la revolución… si hay alguna revolución a la que unirse.

Ortiz sonrió.

-Por cierto capitana… -dijo Ortiz algo tímidamente-, su habitación sigue tal y como la dejó.

Jornada 11. El final del principio III (XIII)


-El proyecto ideal de estudio para Doc –dijo Mara con voz resentida y asqueada–, la vida bajo la amenaza zombie. El resurgir de la humanidad.

-De tanto en tanto íbamos mandando refugiados de la base al castillo –continuó Sam-, después de comprobar que eran válidos para la oportunidad y no tenían intenciones ocultas. De esa manera los podíamos tener más a salvo.

Mara estaba furiosa.

-Y mientras tanto Doc… aprovechando el trabajo de los demás y sus sacrificios. Más razón para darse prisa y avisarles. No podemos dejarles en manos de ese carnicero. Cuando se canse de ellos puede que también decida hacerles desaparecer.

El padre Xavier mantenía un semblante de incredulidad.

-Es complicado pensar que exista una persona tan cruel.

-Pues créaselo Xavier –respondió Mara-, existe el mal en la tierra. Y no es sólo una quimera.

Mara volvió su atención a los vehículos y torció el gesto.

-Si estos vehículos son tan buenos como dices… no podemos dejarlos aquí- dijo finalmente mirando a Sam-. Otra gente podría aprovecharse de este descubrimiento en su beneficio, o peor aún, destruirlo para que nunca vea la luz.

Sam se quedó unos instantes en silencio mientras pensaba en las palabras de Mara.

-Es cierto que el mundo estaba al borde del caos por el petróleo –dijo pensativa-, pero pensar en que quisieran silenciar este invento… por dinero, bueno… si lo pienso mejor… es cierto que hay directivos en este negocio que venderían a sus hijos para obtener beneficios.

-Tal vez deberíamos esconder los que no vayamos a usar –sugirió Ortiz-, sería una pena destruir estas obras maestras.

-La cuestión es… ¿y ahora qué? –señaló Sam.

-Debemos abandonar la base inmediatamente –comenzó a pensar en voz alta Mara-, ir al castillo para avisar a la gente y tratar de obtener toda la información que podamos del sargento y de Doc. Y luego… ya veremos.

Jornada 11. El final del principio III (XII)


El padre Xavier suspiró pensativo sin decir nada al principio. Le dio vueltas al asunto durante unos minutos. Estaba claro que no iba a hacer cambiar de idea a Mara, pero le venía a la mente el dicho de que el camino hacia el infierno estaba pavimentado de buenas intenciones. Finalmente se unió al grupo que se había formado alrededor de uno de los vehículos.

-¿Cuál es el plan? –intervino el sacerdote interrumpiendo el intercambio de historias que se estaba llevando a cabo entre los reunidos.

-Ir al castillo –comenzó Mara, haciendo una breve pausa al darse cuenta de que las personas a su alrededor no sabían a qué se estaba refiriendo-. El castillo es un refugio en el que vive un grupo de personas con la idea de resistir allí hasta que esta plaga pase. Ahí es donde se encuentra Doc, el cabrón que se cargó la ciudad después de cansarse de jugar con ella. Y tiene unas mazmorras muy hermosas, con muros muy gruesos de piedra… y todavía conservan en perfecto estado diversas herramientas de tortura.

Mara observó cómo le cambiaba la cara a Sam.

-¿El castillo? ¿El que está dirigido por G, el informático? –preguntó alarmada Sam.

Mara asintió con sorpresa.

-Joder… yo conozco a ese Doc tuyo… -dijo entre asombrada y enfadada Sam-. Estaba en el comité de recepción cuando G estaba al cargo de la base… antes de que el general volviera. Y ya le cayó mal desde el principio a Henry. Al parecer Doc no era un fan de la ciencia ficción.

Mara no salía de su asombro y se mantenía en silencio escuchando. Finalmente, y todavía visiblemente alterada consiguió hablar.

-¿Cómo es posible que conozcáis a Gerald? –preguntó Mara asombrada.

-Henry había servido en esta base bajo las órdenes del general –le explicó Sam- así que cuando las cosas se pusieron feas nos avisó y después de salir huyendo de la invasión y estar unas semanas en un refugio de caza decidimos probar suerte en la base.

>>No esperábamos encontrarnos con nadie. Pero al parecer Gerald había conseguido los códigos de la base para acceder a la mayoría de edificios. Al principio Henry no confiaba en Gerald, dado que no sabía sus motivos para hacerse con la base. Pero con el tiempo ambos hicieron migas y comenzaron a planear el futuro. Sabiendo que no era adecuado usar la base como refugio principal.

Mara asintió con la cabeza.

-Una base militar es una pieza codiciada en tiempos de Apocalipsis, sobre todo para los saqueadores, un lugar donde conseguir armas, munición, comida…

Sam asintió.

-Ellos llegaron a la misma conclusión, así que comenzaron a buscar un refugio más adecuado para asentar una colonia de supervivientes. Y así encontraron el castillo. Un lugar remoto, poco conocido, de difícil acceso, pero que podría permitir a la gente vivir y re-hacer sus vidas.