-Jefe, ¿cómo va todo? –Respondió una voz ronca al otro lado del teléfono-. Espero que se esté divirtiendo en la Cabalgata dichosa con sus sobrinos. Aunque no le veo el sentido a ver una serie de carrozas, por llamarlas de alguna manera, realizadas de forma chapucera, y que no tienen nada que ver con los Reyes Magos. Eso sin contar que la mayoría suelen tener publicidad y no motivos festivos. En fin, jefe, que los sacrificios que tiene que hacer por la familia son terribles. Por eso yo sigo soltero, y no quiero saber nada de mi familia. Si es que la tengo. Que ya sabe que mis raíces son muy oscuras. Más que el petróleo… porque es negro, ¿no? Pero bueno, como le decía jefe, que ahora entiendo porqué la llaman la Isla de la Calma. Aquí nunca pasa nada. Y no te puedes divertir como Dios manda… bueno, justamente como Dios manda no, dado que es culpa de sus pobres seguidores que no me pueda divertir. Desde que prohibieron la prostitución y poder emborracharte, esta isla ha perdido mucho. ¿Pero quién es el gobierno para decirme cuántos vasos de vino o de whisky me puedo beber? Esto es de locos. Estoy deseando volver al castillo. Por cierto, ¿llamaba por alguna razón?
Si algún problema tenía Frank era que le costaba centrarse y ser breve. Y si no le cortabas te podía contar su vida con pelos y señales… o alguna vida pasada… o alguna que se inventaba a medida que iba hablando. Pero bueno, era fiel y eso era lo importante. Y lo más importante, podía pilotar cualquier cosa que volara y conducir cualquier cosa que tuviera motor. Era un genio. Algo difícil de encontrar. Y además le gustaba la ciencia ficción. No se podía pedir más en un empleado. Bueno, que no hablara tanto tal vez.
-Quiero que prepares el jet inmediatamente –repitió Gerald-. Nos vamos en cuanto lleguemos.
-No le oigo bien jefe –respondió Frank-. Hay mucho ruido de fondo. Si llama para decirme lo bien que se lo está pasando se lo puede ahorrar. Además, tengo malas noticias, los militares han ocupado el aeropuerto y lo han paralizado. Nada ni nadie puede entrar o salir. Despegar o aterrizar. Parece que lo han puesto en cuarentena. Y digo parece porque nadie ha dicho nada. Todo esto es muy raro, jefe. En serio. Hay jeeps y tanques en la carretera y están vigilando las pistas. Un segundo, jefe, parece que han abierto de nuevo la pista… Un avión de hélices está despegando. Ostias… coño, joder, cabrones… ¡Lo han derribado jefe! Los militares han derribado el jodido avión con un misil. Por Dios, ¿qué coño está pasando jefe? ¿Desde cuándo los militares disparan y derriban sin dar aviso a los aviones civiles? Jefe, va a ser imposible despegar, los tanques acaban de tomar las pistas y están en medio… y hay cazas volando por encima de mi cabeza. Jefe, esto pinta mal. Y vaya con cuidado que parece que va a llover mierda.