Jornada 9. La Ira de Dios (130)


Sacó de nuevo el cuchillo y comprobó que el cráneo ya no daba señales de no-vida. Respiró aliviado.

-¿Ha rezado lo suficiente padre? –Preguntó Joan- Tenemos que seguir, nos guste o no. Ya volveremos a por el pobre Tomeu y le daremos santa sepultura cuando acabemos de salvar el pueblo.

Xavier se puso en píe y limpió el cuchillo.

-Todo está bien ahora –dijo mientras se acercaba a Joan y a Jaume- Sigamos.

Jornada 9. La Ira de Dios (129)


-¿Qué ha pasado? -interrumpió Xavier estudiando el cuerpo sin vida de Tomeu, y viendo que no se volvería a levantar más. Su cabeza había sido separada de su cuerpo. Hizo la señal de la cruz ante el fallecido rezando por su llegada al cielo sano y salvo.

-Íbamos a atacar a los zombis cuando de repente apareció como de la nada otro grupo –comenzó a contarles Jaume- Casi diría que cayeron del cielo. No nos dieron tiempo a reaccionar. Había algunos que eran más ágiles que los otros. Algo que nunca había visto. Y también tenían más fuerza. Así fue cómo acabó sin cabeza el pobre Tomeu. Uno de ellos la agarró y la separó del cuerpo como si fuera… una cereza. No me lo podía creer.

-Parece que algunos zombis han evolucionado –señaló Xavier- Y son más peligrosos. No más inteligentes, gracias a Dios, pero aún así que ya no sean tan lentos…

Fue cuando cayó en la cuenta. Creía que Tomeu no se convertiría en zombi pero… se acercó para asegurarse y como se temía la cabeza estaba animada y los ojos se clavaban en los pies de Xavier mientras la boca trataba de abrirse para morderlos. Sin que sus compañeros de viaje le vieran desenfundó su cuchillo de combate y se arrodillo ante la cabeza tapándola de los demás. Rezó una oración y con toda la fuerza atravesó el cráneo y luego giró varias veces el cuchillo para asegurarse de hacer el suficiente daño al cerebro del pobre desgraciado.

Jornada 9. La Ira de Dios (128)


Pero el peligro no había pasado dado que un segundo zombi había llegado a su altura y se disponía a ponerle las zarpas encima. Xavier no estaba en posición de recibirle con un disparo y se comenzó a preparar para el ataque. Escuchó un disparo cerca de él y sintió cómo le llegaban trozos de la cabeza del atacante. Joan se había encargado del mismo… de una manera sucia y poco higiénica. Pero no tenía tiempo de darle las gracias dado que todavía quedaban zombis en la calle y podrían aparecer más en un abrir y cerrar de ojos. Debían darse prisa.

Cubriéndose uno al otro continuaron disparando hasta que no quedaron atacantes en pie… aparentemente. Corrieron hasta la posición de Jaume que continuaba peleándose con un zombi que no había sentido la necesidad de atacar a sus compañeros. Su víctima, viendo que tenía la calle limpia y no había más peligro, se llevó las rodillas al pecho para coger más fuerza y lanzó las plantas de los pies contra el pecho del muerto viviente escuchando cómo se rompían las costillas y se aliviaba su presa. El farmacéutico aprovechó esos segundos de alivio para poner un cartucho en su escopeta y volar la cabeza a su atacante sin pensárselo dos veces.

Xavier y Joan llegaron a su altura y le ayudaron a ponerse en píe.

-¿Te han herido? –Preguntó preocupado Joan buscando cualquier señal.

-No, he tenido suerte. Ya sabes cómo se pondría la madona si me dejo morder por alguien que no sea ella.

Jornada 9. La Ira de Dios (127)


Acabado su combate fue cuando se dieron cuenta de que el ruido de los disparos no se había producido a sus espaldas. Se giraron alarmados y lo que vieron hizo que salieran corriendo. La calle delante de ellos se había llenado de zombis y no veían a sus compañeros.

A medida que se acercaban más pudieron observar que Jaume estaba tumbado en el suelo boca arriba contra una puerta usando su escopeta para impedir que dos zombis se abalanzaran sobre él. ¿Qué había pasado? Xavier podía contar hasta cinco muertos vivientes e identificó finalmente el cuerpo de Tomeu en el suelo que estaba siendo pisoteado sin contemplación por los cadáveres andantes. Cuando llegaron a una distancia de seguridad comenzaron a disparar sus escopetas apuntando por encima de la cintura para no darle a Jaume. No consiguieron derribar a ninguno pero sí llamar su atención de manera que la presión que ejercían sobre su compañero pareció relajarse para centrar su atención en los recién llegados que recargaban sus armas mientras esperaban que los zombis se abalanzaran sobre ellos.

De nuevo un zombi se movió más rápido de lo esperado y a punto estuvo de costarles la vida a ambos dado que sus primeros disparos fallaron y dieron en el aire. Xavier, que ya había experimentado esa sensación de sorpresa, se recuperó primero y rectificó su puntería para, primero parar al rápido atacante con un disparo al pecho y luego rematarlo con un disparo en la cabeza cuando había caído al suelo por la fuerza del primer impacto.

Jornada 9. La Ira de Dios (126)


En el primer cruce ya se encontraron con un grupo de zombis que se había ido internando por el pueblo y trataba, sin éxito por fortuna, de entrar en las viviendas. A la izquierda parecía que había dos zombis y a la derecha otros dos, mientras que la calle de enfrente estaba desierta. Xavier indicó a sus compañeros con señales lo que había. Decidieron separarse en dos grupos. Uno formado por él y Joan que se encargarían de los zombis de la izquierda, y otro con Jaume y Tomeu que seguirían la calle a la derecha.

Todos comprobaron sus armas y se desearon suerte con la mirada. Comenzaron a avanzar lentamente por la estrecha calle por la que parecía que no podría entrar ningún coche sin perder los retrovisores y quedarse encallado.

Los segundos parecieron minutos. Por más que estuviera seguro de que estaba preparado para el combate, Xavier nunca se confiaba y eso le había costado algún problema de salud en el pasado. Avanzó en silencio por uno de los lados de la calle, pegado a la fachada de la casa, intercambiando miradas con Joan mientras él también avanzaba despacio y apuntando su escopeta a los zombis. Cuando pensaron que estaban a una distancia correcta dispararon sus armas llenando de ruido la calle y de plomo las cabezas de sus blancos. Se acercaron con prudencia para asegurarse de la re-muerte de sus objetivos. No tenían pinta de que fueran a levantarse de nuevo.

Jornada 9. La Ira de Dios (125)


-Animados –señaló Xavier- Pero sí, por eso son tan complicados de derrotar. O les destrozas el cerebro o siguen… con esa mala copia de vida.

-Bueno, dejemos la filosofía para otro momento –intervino Joan- Debemos reunirnos con los demás y hasta que eso ocurra limpiar de zombis la zona.

Entraron en el pueblo los cuatro, cada uno vigilando un lado mientras se movían en forma de rombo. Xavier se había ofrecido a ir delante por tener más experiencia y por no conocer el terreno, eso hacía que estuviera más alerta y no dejara una sombra sin vigilar. A su izquierda se había puesto Joan, y a su derecha Tomeu, mientras que Jaume cerraba el grupo vigilando sus espaldas.

A medida que se acercaban a la entrada lateral del pueblo el sonido de los disparos se iba haciendo más claro. Xavier pudo leer el nombre de la calle por la que estaban avanzando, Musa, esperaba que le inspirara y que no llevara a la muerte a sus compañeros.

Jornada 9. La Ira de Dios (124)


Los disparos no parecieron atraer más zombis y siguió por el camino hasta encontrar la esquina del terreno y a unos metros sus compañeros de viaje que le saludaban mientras hacían guardia.

-Vaya espectáculo –dijo Joan a modo de saludo- Me han dado ganas de vomitar. Ha sido una masacre.

-No creas que me he alegrado mucho con la eficacia de los explosivos –respondió Xavier- En algún momento deberemos volver para darles el descanso eterno.

-Sí, pero primero debemos salvar el pueblo –interrumpió Jaume- Primero pensemos en los vivos.

-No he querido señalar lo contrario –se excusó Xavier- Sólo señalaba que por muy diabólicas que sean esas criaturas no podemos dejar que vivan de esa forma tan miserable, en pedazos.

-Algunos todavía se arrastraban –señaló Tomeu- Es… me faltan las palabras… por un lado grotesco pero por el otro es… fascinante. ¿Qué fuerza de la naturaleza puede provocar que después de ser hechos pedazos todavía estén… vivos?

Jornada 9. La Ira de Dios (123)


Una explosión más parecía haber conseguido el objetivo y la zona de la puerta se había quedado desierta. Pudo ver cómo las verjas se cerraban rápidamente y el coche era aparcado delante de la puerta para impedir que se pudieran abrir. Joan se subió al techo del coche para hacerle señales. Parecía que todo había salido bien y ya podía dejar de destrozar cuerpos humanos con los explosivos que se habían mostrado tan eficaces.

Miró a su alrededor y decidió que sería más rápido correr hacia el lado contrario por el que había venido. No tendría que retroceder y volver a hacer todo el camino. Además, se temía que con la voladura de la entrada a la mina se hubiera provocado una rampa artificial que permitiera a los zombis subir a su nivel. Mejor no volver a pasar por esa zona y llamar la atención.

Tras unos minutos se encontraba en una carretera que iba paralela a la mina. Pero no estaba desierta. Había tres zombis que notaron su presencia y se dirigieron caminando hacia él. Xavier no se alarmó demasiado y con cierta frialdad les voló la cabeza sin contemplaciones ni segundos pensamientos. Había visto lo que pasaba si uno dudaba en disparar a aquellas cosas y no tenía intención de cometer el mismo error.

Jornada 9. La Ira de Dios (122)


Encendió el primer cartucho y lo lanzó con cuidado tratando de imitar la fuerza y el arco que había estado entrenando los últimos minutos. El explosivo cayó en medio de un grupo de zombis y tras unos segundos un fuerte ruido sonó y los muertos vivientes volaron por los aires en distintas direcciones destrozados. Una masacre y una carnicería. Los trozos se esparcieron por varias decenas de metros a la redonda.

Otros zombis se acercaron a la zona, en la que se había creado un agujero no demasiado hondo. Xavier repitió la maniobra. Y otro cartucho salió volando por los aires cayendo a unos metros del agujero, y más cerca de la puerta. Y de nuevo, unos segundos después sonó otra explosión provocando más destrozos entre los muertos vivientes más cercanos a la misma. A pesar de ello a las zonas de la explosión se iban acercando cada vez más de esas criaturas sin, aparentemente, saber lo que les esperaba.

Pudo observar cómo la zona de la puerta se iba vaciando poco a poco y se quedaba casi desierta. Continuó con sus maniobras y lanzó más explosivos provocando numerosas bajas entre el ejército zombi, que no prestaba atención a los cuerpos masacrados que se iban acumulando por el terreno. Había trozos de cuerpos por todas partes… y algunos todavía se movían y se arrastraban como si no hubiera pasado nada. Era un espectáculo lamentable y dantesco. Y una vez más Xavier se preguntó qué había hecho la humanidad para merecerse un enemigo así que provocaba que saliera lo peor del ser humano.

Jornada 9. La Ira de Dios (121)


Tenía claro que debía controlar el radio de la explosión y la zona a la que tiraba el cartucho, demasiado cerca y podría echar por tierra los planes con la puerta. Demasiado lejos y sólo atraería a los zombis que no interesaba. Buscó una piedra que tuviera un peso parecido al cartucho y la lanzó con cierta fuerza. Demasiada según comprobó dado que aterrizó cerca de la puerta dándole en la cabeza a uno de los muertos vivientes que se giró a su alrededor buscando el origen del golpe. Cogió otra piedra y redujo la fuerza. Esta vez aterrizó demasiado lejos de la entrada. Decidió lanzarla hacia arriba, abriendo el ángulo, en vez de tratar de llegar directamente. Tras otros tres o cuatro lanzamientos creía tener el ángulo y la fuerza necesaria para lanzar el cartucho a una zona que parecía la correcta.