Jornada 8. Gerald contra el mundo (56)


Parecía haber estado por todo el globo: Norteamérica, Inglaterra, la Unión Soviética, Japón poco antes del brote… y cada vez parecía más que era una especie de anti-Cristo. Allá por donde fuera los zombis parecían alzarse y aparecer. Todavía recordaba África. Había un curioso incidente que le situaba cerca de Chernóbil poco antes de su explosión. Pero eso era imposible, dado que por esa época estaba con su grupo de supervivientes en el castillo… o eso creía recordar. Hubiera sido sencillo para él escabullirse en alguna misión de exploración y trasladarse, ¿pero para qué? Nunca había conseguido saber qué buscaba ese hombre. No era el reconocimiento científico, eso seguro, sobre todo por sus cambios de identidad que impedían que eso ocurriera. A lo mejor resultaba que era un puñetero extraterrestre haciendo experimentos en el planeta como sugerían algunos.

Sus sobrinos entraron en su habitación sin llamar ni avisar como hacía demasiado habitualmente. Miraron las pantallas en las que estaba trabajando su tío y señalaron una de las fotos de Doc.

-¿El hombre del saco? –dijo uno de ellos.

-¿Ya le has capturado tío? –Preguntó el otro.

-Estoy trabajando en ello –Respondió Gerald escondiendo diversas ventanas que tenía en los monitores- Pero es muy escurridizo.

-¿En qué estás trabajando ahora? –Preguntó uno de los sobrinos mientras se sentaba en una silla cerca de su tío.

-Estoy tratando de averiguar cómo salvar a la tía Mara –respondió Gerald pensativo- Ha vuelto a meterse en problemas.

-Esta tía Mara –dijo uno de los sobrinos negando con la cabeza- Siempre tenemos que rescatarla. ¿De dónde hay que sacarla esta vez?

-De un portaaviones –respondió Gerald sonriendo, sus sobrinos tendían a tomarse esas cosas como un juego, para ellos la vida y la muerte no eran asuntos serios- Rodeada de soldados.

-Pobres soldados –dijo el otro sobrino- No saben dónde se han metido.

-¿Un portaaviones como el que hay en la bahía? –Preguntó uno de sus sobrinos señalando a través de la ventana- Es muuuuy grande.

Jornada 8. Gerald contra el mundo (55)


-Tal vez debería volver a la piscina. Relajarse un rato viendo a sus sobrinos jugar y dejar que las ideas navegaran por su cabeza libremente. Sabía que era imperativo encontrar una solución pero también que cuanto más pensara en ello menos soluciones encontraría.

Unos días después, todo seguía igual. A Gerald no se le ocurría ninguna manera segura de penetrar en el portaaviones y rescatar a Mara. Los contactos de la organización seguramente le podrían situar dentro del navío, pero detener a Doc y rescatar a Mara eran cosas más complicadas. Si la organización no había podido detenerle era porque Doc sabía o tenía algo a bordo que le daba carta blanca. Y le protegía de cualquier intento de rapto o asesinato, y eso era algo que le intrigaba. El gobierno norteamericano hacía tratos de todo tipo, con gente de distinta ralea, si lo sabría él; pero que protegieran a Doc de la organización era algo que le superaba, ¿cuánto poder podía tener un solo hombre como él?

Decidió estudiar de nuevo lo que sabía de Doc. Que no era mucho. Siempre estaba usando apodos, nombres supuestos y cambiando de aspecto cuando lo necesitaba. No sabía cuándo había nacido, ni dónde, ni si había estudiado, su afiliación política… era un misterio. Cada vez que creía haber encontrado su origen resultaba que era un punto muerto más. Recordaba que la primera vez que le vio parecía un hombre mayor, con canas, pero años después tenía el aspecto de una persona de no más de cuarenta años.

Jornada 8. Gerald contra el mundo (54)


Caminaba por los pasillos del hotel pensativo. El rescate de Mara era prioritario. Si seguía viva, cosa que esperaba que no fuera así, estaría en manos de Doc y de sus experimentos. Debería recordar salvar una bala para la pobre Mara si se daba ese escenario, era lo mínimo que podía hacer por ella. Tal vez se pudieran solucionar dos problemas con ese rescate. Si capturaban a Doc le podrían interrogar, y saber si tenía algo que ver con las infecciones en los hoteles; y si era así cómo evitarlas. Pero capturarle era casi una utopía, estaba a bordo de un navío con bandera norteamericana rodeado de militares y marines que le protegerían. Debía ser sutil. Encontrar el modo de infiltrarse y capturarle… o tal vez no… Estaba claro que no podía entrar a disparo limpio. Eso alertaría a Doc y le permitiría escapar usando alguno de sus planes de fuga.

Desde la cristalera vio a sus sobrinos jugando en la piscina. Estaban acompañados por Sarah que no perdía detalle de lo que hacían o de si alguien sospechoso se acercaba a ellos. También vio que en una esquina estaba Jordi acompañado de otro miembro de la seguridad del hotel. Vigilante. Al parecer lo de la ex-amante no había colado del todo. Bueno, eso significaba que hacían bien su trabajo y no se fiaban de nadie. Ni siquiera del socio mayoritario del recinto en el que trabajaban.

Jornada 8. Gerald contra el mundo (53)


-Por supuesto que no estoy sugiriendo eso –dijo Pep bastante molesto- Sólo digo que siempre hay una primera vez.

-No soy científico –respondió Gerald- Pero seguramente uno te diría que no es suficiente con que a alguien se le caiga la caspa en la comida para contaminar un envío. Y seguramente un dedo o una mano hecho papilla y repartido en cientos de toneladas no permitiría una infección. Además que sería mucha casualidad que todas las partidas hubieran ido a parar a los hoteles de esta isla exceptuando aquí. Vamos, que creo en las conspiraciones pero esto es ridículo hasta para mí.

-Así que simplemente nos quedamos a mirar cómo se convierten en zombis –sugirió Pep.

-Hasta tener más datos, sí –respondió Gerald tranquilamente- Y ahora os dejaré elucubrando sobre vuestras teorías para ponerme manos a la obra y tratar de descubrir que está pasando.

-Pues ya se puede dar prisa –dijo Thomas al otro lado del teléfono- Mi jefe de seguridad me acaba de informar de que hemos perdido otras dos plantas y medio centenar de personas.

Gerald no dijo nada. Saludó con la cabeza y salió del despacho pensativo. Realmente era curioso que todos los hoteles estuvieran infectados. Menos el suyo. ¿O tal vez no? Había un miembro de la organización en el hotel, tal vez lo que fuera que estuviera afectando a los demás habían decidido que no les afectara a ellos. ¿Pero sobre qué tendrían control para poder tomar ese tipo de decisiones? Además, estando Doc por medio era complicado que un detalle como un miembro de la organización le impidiera llevar a cabo su experimento. Si al menos supiera cuál era… Podía tener acceso a casi todos los ordenadores del mundo, una cantidad de información tal que marearía decírselo a cualquier persona normal, pero el maldito científico… ya fuera por afición o aposta no solía usar los ordenadores. Y cuando los usaba eran ordenadores de otras personas y para cosas triviales. Era de papel y lápiz. O de dejarlo todo en el lugar más seguro del mundo, su cabeza. La cuál estaría de maravilla en su sala de caza en el castillo, pero no había podido cobrarse esa presa.

Jornada 8. Gerald contra el mundo (52)


-Toda esa información ya la tenemos –le aclaró Pep- Como ya te he explicado el tema zombi nos lo tomamos muy en serio los hoteleros y estamos intercambiando información constantemente.

-Por favor, ese cuento es muy bonito pero estoy seguro de que no todos son tan sinceros –dijo Gerald incrédulo- Una cosa es lo que se dice y otra la que se hace. Bueno, da igual. Ya conseguiré la información, la trasladaré a mis ordenadores y haré un estudio para comprobar cuál puede ser el problema.

-Es usted un gilipollas –dijo Tomas al otro lado del teléfono- No sé con quién se cree que está hablando. Éste es un negocio muy serio.

-Por favor –dijo Gerald- Es usted un empresario cuya misión es obtener la mayor cantidad de dinero con el menor gasto. Tiene que responder a unos jefes y seguro que les encanta que les diga que les ha ahorrado dinero con algún truco.

-Ya está bien –le interrumpió Pep- No te he llamado para que insultes a mis colegas.

-Tus colegas, como tu les llamas, están matando a sus clientes –señaló Gerald claramente molesto- Ni siquiera tiene idea de lo que está pasando en su hotel. Los zombis no aparecen por generación espontanea.

-Tal vez pueda ser la comida –señaló Pep- A lo mejor está contaminada.

-¿Cómo va a estar contaminada? -Preguntó Gerald- No se han dado casos de zombificación por ingestión de comida… salvo que fuera carne humana. Por algún motivo los animales y las plantas son inmunes al virus zombi y no lo transportan. ¿O estás sugiriendo que les han dado comida humana haciéndola pasar por pollo?

Jornada 8. Gerald contra el mundo (51)


-Como si alguno hubiera desarrollado un nivel mínimo de raciocinio –completó la frase Gerald.

-Sí, pero eso es imposible. Todos los estudios indican que los zombis no tienen ni el más mínimo indicio de inteligencia. Son más estúpidos que una piedra, actúan como patos sin cabeza, son avatares casi aleatorio, robots sin alma –dijo Thomas preocupado- Y sin embargo alguno…

Gerald cerró los ojos pareciendo ordenar sus ideas. Carlos se acercó al micrófono del teléfono.

-Soy Carlos, jefe de seguridad ¿Qué opina su jefe de seguridad de todo esto?

-Está ocupado en estos momentos –le informó Thomas- Hemos tenido otro brote hace unas horas y estamos tratando de salvar al mayor número de personas- Está desbordado.

-Tal vez deberías pensar en evacuar el hotel –interrumpió Pep- De alguna manera la gente se está convirtiendo en zombi. ¿Y qué sugieres? ¿Qué les saque a la calle?

-Sea lo que sea el problema está en su hotel, y mientras siga ahí… Parece que hay algo ahí que mata a la gente –dijo Gerald- Seguro que cuando trató de abaratar gastos cometió algún error que ahora está costando vidas.

-Me temo que eso no es correcto –intervino Pep- Hay otros hoteles que están teniendo el mismo problema. Brotes repentinos, gente que un día está bien y al siguiente son cadáveres ambulantes.

-Como ya he dicho la respuesta está clara –dijo Gerald- El problema está en los hoteles. Nosotros no estamos teniendo ese problema, ¿verdad?

Carlos negó con la cabeza.

-Para que conste, el jefe de seguridad ha negado con la cabeza –dijo Gerald al micrófono del teléfono- Sea lo que sea que quiera hacer comience por averiguar qué está pasando. Si quiere pásenos la información de su hotel, infraestructura, construcción, diseño… etc. Pero que sean los planos y la información real no la que dan a los inspectores.

Jornada 8. Gerald contra el mundo (50)


-Todo el mundo estaba sano. Y de repente un día aparecieron varios clientes zombificados –contó Thomas- El personal de seguridad hizo lo que pudo para atajar la plaga pero bastante gente fue infectada así que sellamos un par de plantas con los zombis para recuperarlas con más tranquilidad y tiempo.

-A lo mejor se les pasó algo en sus exámenes –señaló Gerald obcecado en el fallo humano- O alguien que hizo los exámenes…

-Esa gente estaba bien el día anterior –le interrumpió Thomas- Hablé con alguno de ellos. Incluso revisamos las cintas de seguridad. Estaban bien. No tenían heridas, no estaban muertos y no tuvieron ataques al corazón ni murieron de forma súbita.

Gerald frunció el ceño y dejó la copa en el reposabrazos mientras se ponía en pie y se acercaba al teléfono.

-¿Le ha comentado Pep mi encuentro con los nuevos zombis? –Preguntó Gerald preocupado.

-Sí, nos intercambiamos información constantemente –respondió Thomas- Ha sido por eso por lo que hemos tenido que sellar varias plantas. Se reproducen como conejos, algunos poco después de morir desangrados. Parecía incluso como sí…

Un silencio se hizo al otro lado de la línea.

Jornada 8. Gerald contra el mundo (49)


Gerald entró acompañado de Carlos en el despacho de Pep que les saludó con la mano mientras parecía hablar por teléfono.

-Dame un momento –le dijo a su interlocutor- Te pongo en manos libres.

Colgó el teléfono en su base mientras activaba el altavoz.

-Estoy con mi jefe de seguridad, Carlos y con un veterano experto en el tema zombi, Gerald –dijo a modo de introducción- Estoy hablando con el director del Palace, Thomas. Están teniendo problemas de no-personas.

Gerald se sirvió una copa y se sentó en el sillón.

-Zombis, por favor, o no-muertos, o cuerpos-sin-vida-ambulantes –le sugirió Gerald- No seamos políticamente correctos. ¿Han seguido los protocolos?

-El problema se está dando en todos los hoteles –le informó Pep- Los zombis están apareciendo como por arte de magia.

-La magia no existe –le corrigió Gerald- Pero no se lo digas a mis sobrinos- Seguro que han cometido algún error en algún momento.

-Hemos seguido los protocolos al pie de la letra –dijo Thomas al otro lado del teléfono con voz molesta por dudar de su profesionalidad- La mayoría de los clientes regresaron enseguida en cuanto se dio la alerta y los más retrasados fueron puestos en cuarentena.

-Seguro que no se respetó la cuarentena –insistió Gerald- Suele pasar. Sólo somos humanos. Y los cadáveres ambulantes se aprovechan de ello.

-Los clientes estuvieron una semana en cuarentena –insistió Thomas- Alguno estaba infectado y se detectó. Hicimos pruebas a todo el mundo y dieron negativo. No había zombis dentro del hotel.

-Pero sin embargo dice que tienen problemas de plaga así que… La navaja de Ockham, la respuesta más sencilla suele ser la correcta –insistió a su vez Gerald- Y, ¿exactamente cuál es el problema?

Jornada 8. Gerald contra el mundo (48)


Carlos continuó caminado en silencio mientras atravesaban los pasillos del hotel.

-No sabrás por qué he sido convocado, ¿verdad? –Preguntó Gerald con cierta curiosidad.

-El director sólo me ha dicho que le buscara y le escoltara hasta su despacho, parece que está habiendo problemas en otros hoteles y cree que como experto en la materia zombi puede arrojar algo de luz a esos sucesos.

-‘Experto en materia zombi’ –repitió pensativo Gerald- Creo que eso quedaría bien en mi curriculum.

Jornada 8. Gerald contra el mundo (47)


Carlos miró una última vez el grupo que dejaban atrás en la piscina.

-¿Tengo que preocuparme? –Preguntó centrando su atención en Gerald que iba sonriendo.

-No, no, no –le aseguró el informático mientras movía las manos- Una ex-amante deseosa de volver bajo mis sábanas.

-¿Y los armarios que la acompañan? –Preguntó Carlos- ¿Más ex-amantes?

-Sus hermanos –le aclaró Gerald- No les gustó que rompiéramos. Son sobreprotectores en extremo. Muy buenos chavales cuando no tienen a su hermana cerca la verdad.

-Así que una ex amante y sus hermanos que casualmente se hospedan en el mismo hotel –señaló Carlos sin creerse una palabra de lo que le estaban contando.

-Casualidades de la vida –le aseguró Gerald- ¿Nunca has tenido problemas con tus ex?

-La verdad es que no –dijo Carlos pensativo- Entonces no tengo que someter a vigilancia a esa gente ni preocuparme por su salud.

-No, todo está arreglado. Hemos llegado a una especie de acuerdo –le respondió Gerald- Aprovecharemos que estamos aquí encerrados indefinidamente para hablar de nuestra ruptura y le haré ver que no fue culpa de nadie… y esas cosas.