Jornada 9. La Ira de Dios (68)


-Tonterías –dijo el prior- ¿Cómo van a volver andando? Seguro que los feligreses que están por aquí os prestarán encantados varios vehículos para llegar más rápido. Cuando les diga que volverán para protegernos no dudarán en dejárselos. Así que ahora descansaréis y comeréis algo con nosotros.

Joan miró a sus compañeros que se encogieron de hombros y asintieron.

-Como usted mande –sonrió Joan indicando al prior que les indicara el camino- ¿Nos acompañará usted?

Xavier miró al prior buscando su permiso, éste asintió levemente y todos le siguieron al interior del santuario.

Normalmente las comidas en el santuario eran bastante austeras, pero al parecer, y con la excusa de los invitados, el prior preparó una mesa llena de manjares típicos de la isla. Si algo seguía sorprendiendo a Xavier era la variedad de comida que se podía servir. En ese momento en la mesa circulaba lo que llamaban pamboli: una loncha de pan, habitualmente tostado, al que se le untaba tomate, un diente de ajo, un poco de sal y pimienta y aceite virgen de oliva; se podía comer sólo o acompañado de queso de Mahón, especialidad de la zona, o de jamón serrano. Cuando había preguntado de dónde salían esas cosas Joan se había prestado a explicarle lo que eran las Matançes. Era una especie de rito en el que se sacrificaban los cerdos que habían criado y se aprovechaba todo lo que se podía del mismo; desde la sangre hasta la pata, que era de donde salía el jamón serrano después de ser enterrado en sal y dejado tranquilo durante un tiempo (o así entendió Xavier).

Deja un comentario

No hay comentarios aún.

Comments RSS TrackBack Identifier URI

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s