-Creo que si reforzamos los muros y cerramos los accesos al pueblo podemos vivir sin peligro –le explicó el alcalde- Podremos seguir haciendo nuestra vida normal.
-¿Es que no ha aprendido de la ciudad y de cuando hubo la plaga? –Le preguntó Joan- Lo último que tenemos que hacer es ponérselo fácil a los zombis y aquí encerrados no tenemos a dónde escapar si vienen. Será una carnicería.
-Pero es muy complicado que vengan –le replicó Pere- Las autoridades militares me han asegurado que están conteniendo la infección en Ciutat y que no dejarán que los zombis salgan de ahí y se dispersen por el resto de la isla.
-Y como siempre tenemos que creernos lo que nos dicen, ¿verdad? -Preguntó con una sonrisa maliciosa Joan- Que no hay que preocuparse de los zombis. Que lo tienen todo controlado.
-Eso mismo –respondió Pere escamado.
-Por favor padre Xavier, explíquele aquí al ‘posseït’ las circunstancias de nuestro encuentro.
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