Jornada 9. La Ira de Dios (99)


-Siempre les queda rezar –dijo Xavier tratando de quitarle hierro al asunto sin mucho éxito- En este caso la suerte está de nuestra parte. Si no hubiéramos detenido el grupo del santuario ahora seriamos todos historia. Hemos de tener fe. Ya sobrevivimos durante la Gran Plaga aunque…

-No me diga que tiene más malas noticias –dijo el alcalde dándose cuenta de que se había quedado sin puro.

-El éxito durante la Gran Plaga fue que no sabíamos cómo actuar –señaló Xavier- No analizamos al enemigo hasta la extenuación. No les consideramos inteligentes. Los tratamos como… parásitos que había que eliminar. Pero ahora, con el tiempo, les hemos cogido un respeto que no merecen. Y eso puede ser lo que acabe con nosotros esta vez.

-De acuerdo, de acuerdo, no debemos confiarnos –señaló Pere- Debemos ser cautelosos y no tratar de humanizarles dándoles unas características que no tienen.

-Pero seguimos sin saber qué hacer –señaló Joan- Creía que nos iba a solucionar las cosas padre pero sólo nos las ha complicado.

-Prefiero pensar que he evitado que cometan errores –respondió Xavier- Creo que el plan de subir al santuario temporalmente mientras se refuerza el pueblo es bueno. Pero yo no dejaría tampoco el pueblo desierto y sin vigilancia durante la noche… Esas criaturas no descansan ni se detienen cuando se esconde el sol.

¿Y después? –Preguntó Pere ahora mordiendo la punta del puro impaciente- ¿Nos mudamos todos o no?