-En condiciones normales ya se queja de que no llevo invitados a casa –le respondió sin perder la sonrisa- Así que en estas condiciones estoy seguro de que estará encantada de tener no sólo a una persona cultivada como usted que también sabe usar una escopeta y tiene línea directa con Dios.
-Bueno, la verdad es que mis conversaciones con el Señor son más bien monólogos –respondió Xavier- Creo que sólo el Papa obtiene respuestas.
-Paparruchas –intervino Pere- Lo que pasa es que todo el mundo quiere hablar con Dios y no puede respondernos a todos.
-Será eso –dijo Joan- Decidido, se viene a casa. Y mañana subiré con mi familia al santuario.
-Yo me pondré a hacer llamadas para que la gente se prepare –dijo Pere suspirando- Y mandaré también a gente a las casas.
-Seguro que mi mujer está encantada de dar las noticias a sus amigas –dijo Joan- Así que cuando llegue a casa le llamaré para darle una lista de gente a la que no tiene que llamar.
-Le agradezco la ayuda –sonrió Pere mientras se acercaba a la pareja y les daba la mano- Ya hablaremos mañana en todo caso.