Xavier sonrió condescendiente. Si él le contara…
-De todas maneras tengo que decir que ustedes los mallorquines son algo raritos –señaló Xavier tratando, de nuevo, de cambiar el tema de conversación.
-Estamos rodeados de agua –señaló Joan- ¿Qué se puede esperar de algo así? Cualquiera se volvería loco con esta humedad que tenemos todo el año. Supongo que la habrá notado.
-Sí, bastante molesta –respondió Joan recordando sus noches gélidas en el santuario- Y luego tienen ese viento que… te hiela los huesos.
-La tramontana –le aclaró Joan- Venga de donde venga el viento trae el agua de mar así que es húmedo y se cuela por todas partes. Y cuando le da por soplar… Bueno… más le vale buscar un refugio calentito.
-Lo tendré en cuenta.
-¿Seguro que quiere hacer el camino hasta Palma andando? –Preguntó Joan- No es la mejor época para ello. Y no sólo por los zombis. El tiempo es muy cambiante… y frio.
-He estado estudiando el mapa de la isla y creo que si sigo la ruta que tengo prevista no estaré nunca muy lejos de algún refugio.
-O de una casa infestada de muertos vivientes –le señaló Joan.
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