Jornada 7. Ella. “El fin de los días Parte III” (XXXXII) Por JD


Tenía miedo de mirar atrás. Podía ver de reojo que unas enormes llamas habían invadido el cielo por encima y detrás de ella. Pero se obligó a mirar. Giró la cabeza mientras seguía corriendo. No podía parar. Pasara lo que pasara no podía parar.

La primera explosión había sido en el otro lado de la ciudad. A continuación una segunda explosión cubrió otra parte más de la ciudad. Mientras seguía corriendo una tercera explosión añadió más llamas al cielo. Y luego una cuarta. Y seguía corriendo. Comenzaba a notar el calor. Sabía que tenía apenas unos segundos antes de que las llamas provocaran una implosión, absorbieran todo el oxígeno cercano y bajaran como una lluvia de fuego hacia la ciudad. Sus pulmones estaban a punto de explotar. No podía más. Y aún así se obligó a seguir corriendo.

Notó como el aire comenzaba a faltarle. Pero no era en los pulmones, era a su alrededor. Las llamas comenzaban a reclamar el oxígeno y notaba cómo se comenzaba a levantar un viento que soplaba en su contra. Una fuerza invisible la intentaba arrastrar de nuevo hacia la ciudad pero ella se negaba a rendirse.

Notó cómo de repente todo se paraba. No se escuchaba nada. No se movía nada. Durante un segundo parecía que el mundo se había parado. Y al siguiente segundo una tremenda onda expansiva la lanzaba por los aires unos veinte o treinta metros. O más. O menos. No lo sabía. La explosión la había lanzado contra un árbol y había aterrizado mal. Se apoyó contra el árbol. Notaba todo su cuerpo dolorido, pero adormecido. No podía conseguir que se levantara.

Al fondo veía cómo las llamas habían invadido gran parte de la ciudad. ¿Estaría a salvo? La temperatura aumentaba a su alrededor. No podía imaginar la temperatura que haría en el centro de las llamas. Observó con terror cómo un par de niños habían salido al balcón de su casa.

¿Qué hacían ahí? ¿Por qué no habían sido evacuados? Estaban vivos, dado que señalaban con sorpresa las llamas en el cielo. La impotencia se apoderó de ella. No podía hacer nada. Golpeó fuertemente con sus puños el suelo donde estaba. Nunca había sentido tanta rabia o impotencia en su vida. Ni tantas ganas de matar a alguien con sus propias manos.

Las llamas acabaron de descender e inundaron toda la ciudad. La capitana Grumpy vio con horror como los niños gritaban durante un segundo antes de ser engullidos por el fuego. Una segunda onda expansiva derivada de esas llamas la volvieron a lanzar por los aires.

Fue demasiado para su cuerpo. Antes de perder la conciencia pensó que había perdido. Que moriría ahí y nadie sabría la verdad. Notaba las lágrimas secarse debido al calor que había. Y luego la invadió la oscuridad.

1 comentario

  1. Wow!!! exelente!!!


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