Jornada 7. Ella. “El fin de los días Parte III” (XXXXI) Por JD


La capitana Grumpy miró a su alrededor. Tenía tiempo para salir del humvee antes de que los zombies enfrente de ella llegaran a su altura. Pero antes de salir desenfundó su pistola y disparó a los zombies que estaban en la parte trasera del vehículo.

Era consciente de que cada vez que disparaba en esas calles vacías el ruido retumbaba e invadía las calles adyacentes atrayendo más la atención. Salió poco a poco del humvee con cuidado de no dejar que los zombies estuvieran demasiado cerca.

Nada más salir puso la rodilla en tierra y disparó con su fusil de asalto a los primeros zombies que se acercaban. Una bala en la cabeza para cada uno de ellos. Tenía que abrirse un corredor entre esas malditas criaturas si quería salir de ahí. Y además debía ahorrar munición. Había cogido más de dentro del humvee pero…

De repente escuchó dos truenos y comenzaron a llover cristales del cielo. Se puso las gafas protectoras para poder mirar hacia arriba y ver qué estaba pasando. Vio la estela de dos cazas que habían pasado ya a gran velocidad. Se le acababa el tiempo. Esos debían ser los aviones destinados a destruir la ciudad y ya habían llegado. ¿Cuánto tiempo le quedaba? ¿Un minuto? ¿Cinco? ¿Menos? Debía salir de ahí lo más rápido que pudiera.

Estudió el movimiento lento y torpe de los zombies. Se puso en píe y se puso a correr observando a los zombies. Debía calcular su ruta para no pasar demasiado cerca del alcance de sus brazos. Enseguida dejó atrás a los primeros zombies que al verla pasar se giraron lenta y pesadamente para tratar de alcanzarla sin conseguirlo. Luego, al ver cómo se alejaba siguieron girándose para ir detrás de ella poniéndose en marcha de nuevo. Todo ello parecía ocurrir a cámara lenta.

La militar siguió corriendo calle abajo. Sabía que si continuaba por esa calle acabaría saliendo de la ciudad enseguida. De dentro de los edificios parecían salir de vez en cuando un par de zombies o veía a un grupo de ellos tratando de entrar en alguno. Una vez abandonó la zona del accidente los zombies parecieron prestarle apenas atención por lo que pudo acelerar más su paso sin tener que preocuparse tanto de los no-muertos.

Tuvo un rayo de esperanza al ver que al final de la calle los edificios se acababan y parecía comenzar un gran solar. Debía ser el final de la ciudad. Intentó correr todavía más rápido, un esfuerzo más que pedirle a su cuerpo. No podía rendirse. Estaba demasiado cerca de su objetivo. No podía permitirse fallar, el mundo debía saber la verdad. Y ella iba a ser la encargada de contarla.

Estaba a punto de llegar al solar cuando una tremenda llamarada incendió el cielo por detrás de ella.