Jornada 7. Ella. “El fin de los días Parte III” (XXXIV) Por JD


El ruido de los disparos se iba acercando a la plaza del ayuntamiento. Las comunicaciones con las unidades que estaban combatiendo a los zombies se iban cortando demasiado rápidamente. La capitana Grumpy había ordenado la retirada de las tropas del sector hacia la plaza del ayuntamiento.

La unidad de comunicaciones ya había partido y los camiones con los soldados comenzaban a marcharse por una de las calles. La capitana Grumpy estaba de píe casi en medio de la plaza mientras veía al resto de unidades del sector aparecer de entre los edificios corriendo y mirando hacia atrás continuamente. Había juntado varios grupos de soldados para cubrir la retirada de los demás. La mayoría iban equipados con armamento pesado y se habían movido las ametralladoras pesadas a posiciones más cercanas para poder cubrir mejor la retirada.

Los primeros zombies comenzaron a aparecer por la cima de los escombros del edificio derrumbado. No duraron mucho.

A la capitana Grumpy se le ocurrió al verlos que hasta aquel momento no había tenido contacto con el enemigo. No los había visto hasta que habían aparecido encima de los escombros. No pudo tener una primera impresión de los mismos dada la rapidez de los soldados en acabar con ellos.

Durante la siguiente hora los zombies fueron apareciendo en grupos pequeños de tres o cuatro. El problema era que cada vez que acababan con un grupo a continuación aparecía otro. Y luego otro. Y otro. A medida que disparaban y los zombies caían otros aparecían de entre detrás de los escombros para seguir avanzando.

Debido a lo numeroso del enemigo y su frecuencia la militar pudo estudiarlos mejor. Eran lentos, torpes, y se lanzaban frontalmente contra ellos. No eran un peligro real… si trataban con uno o dos y no se tenía en cuenta que anteriormente habían sido mujeres, niños, ancianos… pero estaban tratando con un número creciente de los mismos. Y los disparos tenían que ser certeros, y por mucho entrenamiento que tuviera un soldado disparar a gente desarmada provocaba un momento de duda que podía ser aprovechado por los zombies para acabar con su enemigo. Y eso por no hablar del cansancio, los nervios y el estrés de la situación; mientras que los soldados comenzaban a sentir los efectos de la fatiga y a errar disparos con mayor frecuencia, aquellos seres parecían carentes de sentimientos, no parecían caer desmoralizados y seguían llegando inasequibles al desaliento, avanzando poco a poco sin importarles las bajas.

De las calles laterales comenzaron a aparecer los últimos soldados. O eso se deducía de los gritos de los mismos. Las unidades de la plaza iban disparando con cuidado de no herir a sus compañeros en retirada, pero siempre con esa duda del que dispara porque no tiene más remedio y cuenta con ese segundo para racionalizar sus acciones.

Durante la siguiente hora el número de zombies fue aumentando así como su frecuencia. Y comenzaban a aparecer también por las calles laterales y la situación parecía tornarse en un nuevo Little Big Horn. La capitana Grumpy veía irse a los camiones con los soldados que observaban cómo cada vez quedaban menos compañeros para cubrirles la retirada y se veía en sus ojos la mirada de alivio por no tener que ser ellos los que se quedaran.