Por desgracia para ambos la tranquilidad acabó pronto ya que justo a la hora de la siesta las puertas se abrieron de par en par dejando pasar a un destacamento de soldados que vestían con trajes NBQ y que estaban encabezados por el capitán Ibáñez que iba blandiendo su pistola.
-¿Qué han hecho con mis fugitivos? –Preguntó al llegar a la altura del comisario Montejano- No están entre ustedes.
-Y yo creyendo que tardaría más –dijo Vázquez corriendo para llegar a la altura de su superior- Mi capitán, qué sorpresa, ¿Ha venido a comprobar si estábamos bien?
-Déjese de gilipolleces Vázquez, que ya le he tolerado demasiadas y esta vez le tengo cogido por las pelotas.
.
Deja un comentario
No hay comentarios aún.
Deja una respuesta