Víctor salió del estudio en el que se rodaba el programa después de firmar varios ejemplares y se dirigió al parking en el que había estacionado su coche. Para su sorpresa había alguien esperándole.
-Oscar… ¿sucede algo? –Preguntó algo sorprendido al verle.
-Tenemos que hablar –dijo de forma misteriosa Oscar a modo de saludo.
Víctor abrió su coche y le indicó que entrara. Puso el motor en marcha y apretó un botón de la consola del vehículo.
-¿Algún destino en particular? –Preguntó Víctor con curiosidad.
-Puedes conducir aleatoriamente.
Oscar siempre había sido algo paranoico. En su negocio, si se podía llamar así, era algo natural, pero lo suyo era un poco exagerado. Seguramente debía de llevar un inhibidor que impedía que sus conversaciones fueran grabadas y mucho menos escuchadas. Y no dejaba de mirar por el retrovisor por si estaban siendo seguidos. Seguramente, incluso habría inspeccionado el coche buscando algún dispositivo de seguimiento. Entró directamente en la autopista que estaba despejada y cogió velocidad.
-Bien, ya estamos solos. ¿A qué viene tanto misterio?
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