28 de febrero de 2010
Al final he acabado con mi antiguo compañero de piso en dos fases. Primero, tal y como había planeado, le he dirigido hacia la terraza y le he acabado arrojando por encima de la barandilla estrellándose contra el tejado del garaje interior.
Y luego he encontrado unas macetas de las de barro, no de esas de plástico que están ahora tan de moda, y que tan poco ecológicas son, y he practicado puntería hasta que le acabado abriendo la cabeza y dejándole muerto de verdad y no se ha movido más. Eso sí, he dejado el tejado hecho un asco pero que vengan los vecinos a quejarse.
Ahora solo me queda decidir qué hacer con el resto de mi vida.
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