24 de febrero de 2010
Hoy mientras pensaba cómo tirarle por encima de la barandilla he escuchado disparos que venían de una de las casas de enfrente. ¿Se habrán colado zombis? ¿Merodeadores? ¿El ejército limpiando finalmente la ciudad? O alguna persona que ha muerto y se ha convertido; ¿o tal vez lo de Juan no fue algo único? El caso es que me ha recorrido un escalofrío por la espalda. Aunque lo cierto es que a lo mejor simplemente cogió un virus raro, se murió y no tenía más misterios la cosa.
Claro que lo que entonces no se explica es la transformación.
Todo el mundo sabe que un cadáver tarda un día como mínimo en transformarse. Pero Juan se había transformado de la noche a la mañana, literalmente. No sé. En fin, da igual. Lo que tengo que hacer es concentrarme en sacar a ese bicho del piso y ya me podre a elucubrar cuando esté solo y más seguro. Al fin y al cabo, ¿qué es lo peor que me puede pasar?