Jornada 01 Un nuevo comienzo (14)


Gerald observaba entre divertido y algo preocupado a sus sobrinos correr entre la gente que también iba a ver la cabalgata. Sus escoltas, en cambio, no se preocupaban en pasar desapercibidos; iban completamente armados y equipados, y se dejaban ver claramente. Eso complacía a Gerald. Aunque lo de la fuga le había preocupado algo, al ver en la recepción del hotel a los que se encargarían de proteger a sus sobrinos respiró tranquilo.

Sujetó con fuerza la mochila que llevaba mientras avanzaba entre el gentío que también iba acompañado de amigos, parejas o hijos, y trató de no perder de vista a sus pequeños acompañantes y que ningún amigo de lo ajeno tratara de meter la mano en la misma.

No le gustaba la gente y se sentía incómodo rodeado de la masa humana que había salido a las calles. Una de las razones por las que había acabado adquiriendo el castillo en el que había pasado casi todo el tiempo de la guerra contra los zombies era porque estaba aislado, no tenía que aguantar al perro del vecino o su estridente música, y además ya estaba preparado y equipado y apenas había que hacer un par de reformas. Además… nunca se sabía lo que podía pasar con esas malditas criaturas del averno. Si habían vuelto una vez a la vida…

Pero ahí estaba, en una isla, rodeado de agua y acompañando a sus sobrinos. Lo cierto es que no era precisamente un ser muy querido en su familia, pero afortunadamente el paso del tiempo, y el dinero, habían ayudado a arreglar los problemas entre ellos y había acabado siendo el tío excéntrico. Y eso a sus sobrinos les fascinaba. Su tiempo en el castillo era digno de ver. Conocían mejor el maldito montón de ruinas que él. Y les había acabado cogiendo aprecio.

A su familia no les había hecho gracia esta excursión. Pero él les había asegurado que estarían seguros. Que no había nada que temer. Incluso les había ofrecido venir… pero los padres habían visto la posibilidad de pasar unos días libres de sus servicios ‘parentales’ y salvo la resistencia inicial no habían puesto muchas pegas. Pero si algo tenía claro era que él haría honor a su promesa y no dejaría que les pasara nada. Ni aunque una legión de zombies apareciera de repente y comenzaran a matar a diestro y siniestro.

Finalmente llegaron a su destino. Todavía faltaban un par de horas para que comenzara la cabalgata de reyes. Pero todos los niños miraban hacia todos lados buscando el comienzo de la misma. Esperando que su impaciencia hiciera avanzar más rápidamente el reloj. Los pequeños y no tan pequeños se peleaban por estar en primera fila. Y de vez en cuando se oía algún grito de indignación y alguna maldición. La policía que había en la zona destinada a controlar a la turbe hacía todo lo que podía, pero los padres parecían ser más niños que sus hijos y no soportaban que les dijeran que se comportaran.

Gerald respiró hondo. Iba a ser una tarde muy larga.

Jornada 01 Un nuevo comienzo (13)


Pep les saludó con un leve movimiento de cabeza y éstos levantaron las manos alegremente.

-Tío Gerald nos estaba comentando la vez que derrotó a cien zombies de un solo golpe -comentaron todo felices haciendo grandes aspavientos- Y cómo él solo nos salvó del apocalipsis.

Pep miró con cierta curiosidad a Gerald, el cual le puso la mejor de sus sonrisas mientras se encogía de hombros.

Luego, sin dejar que se acercara más a la mesa le llevó un momento aparte, lejos de los curiosos oídos de sus sobrinos que les seguían con sus miradas atentos a cualquier cosa que hicieran o dijeran.

-¿Sucede algo? –preguntó con cierto tono de preocupación en su voz dándole la espalda a sus sobrinos-. Tu personal de seguridad se ha armado hasta los dientes y se ha equipado como si fuera a luchar contra un ejército. ¿Algo que deba saber?

-Al parecer se ha producido una fuga masiva en la cárcel –le explicó Pep en tono calmado y confidencial-. Las informaciones, para variar, son confusas. Mi jefe de seguridad es algo paranoico y teme que se produzca un baño de sangre y eso dé lugar a la aparición de algún zombie.

Gerald asintió con la cabeza comprendiendo la posible gravedad de la situación.

-Bien, bien –dijo algo más calmado-. Buena medida, sensata… pero una fuga el día de la cabalgata de Reyes… Ahora no sé si sacar del hotel a mis sobrinos como tenía previsto para llevarles a verla. No es que sea gran cosa, pero a ellos les hace ilusión así que… he aprendido a no discutir con ellos.

-Tranquilo, no creo que pase nada –le dijo Pep–, hay policía por todas partes y además, según decían en la tele, el ejército también está colaborando. Pero si lo prefiere puedo asignarle una escolta.

Durante unos segundos Gerald estuvo sopesando la posibilidad. No quería alarmar a sus sobrinos, aunque seguro que éstos se lo tomarían más como una aventura al estar acompañados de personas armadas a su alrededor. Pero tampoco quería que eso provocara que tuvieran problemas en la cabalgata…

-Más vale prevenir que curar –dijo finalmente asintiendo con la cabeza-. Mis hermanas no me perdonarían que les pasara algo a sus hijos… Si no es mucha molestia.

Pep le dio una palmadita en la espalda.

-No será ningún problema –dijo sonriendo- Al fin y al cabo es parte de nuestro servicio.

Gerald asintió y le indicó la mesa en la que los niños les estaban observando con mucha atención.

-Una vez solucionado ese pequeño problema y salvado el mundo otra vez, vamos a comer –dijo sonriendo-. Que parece que lo necesitas. Estás en los huesos, hombre, debes cuidarte un poco.

Jornada 01 Un nuevo comienzo (12)


Gerald parecía el típico rico excéntrico. Había conseguido sus millones después de la crisis zombie formando empresas de informática que ofrecían sus servicios a todo el mundo. Y pensar que había comenzado en el sótano de un castillo… que había sido lo primero que había comprado cuando la sociedad se había normalizado.

Al parecer ya era una persona con dinero antes de que los zombies destrozaran las vidas de todo el mundo. Pero la sociedad había visto cómo la mayoría de sus ordenadores no funcionaban tras el renacer… casi todos los técnicos informáticos habían muerto durante el apocalipsis zombie ya que al parecer la supervivencia no estaba entre las habilidades de la mayoría de ellos. Así que sus servicios se pagaban muy generosamente. Poco a poco fue delegando en sus ‘discípulos’ y él se dedicó a viajar por el mundo preparando al mismo para el siguiente apocalipsis… que defendía que iba a ocurrir tarde o temprano dado que así eran los humanos. Les daba por buscar la piedra en la que habían tropezado con anterioridad para volver a tropezar de nuevo en ella.

Sus caminos se habían cruzado en uno de los hoteles en los que había trabajado Pep en el extranjero. Gerald había pasado una época en España invitado por el gobierno popular para que les aconsejara y pusiera al día sus rudimentarios sistemas informáticos fruto de la dejadez socialista y había aprendido algo del idioma y se había enamorado del clima Mediterráneo.

Y cuando Pep le contó a Gerald su idea de crear un hotel anti-zombies enseguida se ofreció a financiarle, a montarle el entramado informático y convertirlo en el hotel más moderno del mundo, informáticamente hablando. Pep no estaba muy convencido, eso de la informática y de Internet (algo que Gerald decía que acabaría arrasando en el mundo entero) le parecía cosa de magia y una pérdida de tiempo. Pero quién le decía que no al tipo que tenía el dinero.

Y así su hotel se había convertido en uno de los primeros en ofrecer WiFi para los clientes, o acceso a través del puerto en las habitaciones o en un par de ordenadores en el hall. Y eso de Internet parecía ser muy apreciado por los clientes, así que…

Pep llegó al comedor y enseguida vio a Gerald. Había venido a pasar las vacaciones de Navidad a la isla acompañado de parte de su familia y, obviamente, se alojaban en el hotel. Afortunadamente no eran clientes ruidosos.

Gerald se levantó para saludarle y darle un abrazo de oso. A pesar de los años, el informático seguía teniendo un exagerado sobrepeso pero al parecer su corazón seguía resistiendo bien el esfuerzo. Rarezas de la naturaleza. Estaba acompañado por sus sobrinos que no superaban los 10 años y que parecían encantados de la compañía de Gerald.

Jornada 01 Un nuevo comienzo (11)


Pep suspiró mientras miraba la piscina climatizada desde la ventana de su despacho. Había sido una buena idea. Los clientes se sentían encantados pudiendo usarla durante el invierno y, en las raras ocasiones que nevaba, poder disfrutar de la nieve mientras se daban un chapuzón la mar de calentitos.

Salió de su despacho rumbo al hall del hotel. Debía dejarse ver de vez en cuando, saludar a los clientes y asegurar a sus empleados que seguía vivo y no había muerto fruto de algún derrumbe de papeles. Miró su reloj y comprobó para su asombro que era la hora de comer. Cómo pasaba el tiempo cuando uno estaba entretenido con las facturas.

Fue entonces cuando se fijó en el personal de seguridad… cosa que habitualmente no solía hacer. Pero en esta ocasión no podía pasarlos por alto. Iban equipados completamente: Chaleco antibalas, casco, rodilleras, coderas, el armamento pesado… algo espectacular ciertamente. Carlos estaba hablando con el recepcionista señalando las puertas. Se acercó a él.

-¿Tenemos un VIP especial del que nadie me ha informado? –preguntó interrumpiendo la conversación.

Carlos se giró para hacer contacto visual con él.

-No que yo sepa. Pero ya sabes cómo es esto de las sorpresas. Nunca vienen solas.

Fue entonces cuando Pep recordó el mensaje televisivo que había visto con anterioridad sobre los presos fugados.

-¿Temes que los fugados lleguen aquí? –dijo entre alarmado y sorprendido Pep.

-Temo un brote zombie –dijo Carlos seriamente-. Conseguir un arma en esta isla no es un problema. Así que imagínate un ejército de presos fugados y armados batallando contra la policía, la guardia civil y quien se les cruce por medio por las calles de la ciudad. La cantidad de muertes puede ser elevada.

Pep no había pensado en eso… Afortunadamente su jefe de seguridad realmente era competente.

-¿Algún problema más? –preguntó Pep mientras pensaba qué iba a comer.

-Las escoltas que ya están en las calles han sido avisadas y les he mandado material adicional, y tengo en alerta a todo el departamento. Algunos se me enfadarán por arruinarles el día de reyes pero… creo que lo entenderán. Aparte de eso… tu amigo informático y mi amigo informático –dijo Carlos cambiando el gesto serio por otro más relajado- no sé si se matarán o acabarán juntos –eso último lo dijo en voz baja. La homosexualidad no era precisamente algo que estaba bien visto en la sociedad y menos desde que la Iglesia lo había declarado prácticamente pecado mortal junto al aborto libre.

Pep se dio un golpe en la frente. Acababa de recordar que había quedado para comer con su inversor principal: Gerald, el magnate de la informática.

Jornada 01 Un nuevo comienzo (10)


La transición fue rápida. En apenas un mes Carlos, después de haber aceptado encantado la oferta, había formado su equipo de seguridad. Y las obras recomendadas comenzaron. Afortunadamente se realizaron durante temporada baja por lo que los clientes no se quejaron demasiado de las mismas, y menos cuando se les hizo diversas rebajas en el precio de su estancia y ofertas especiales por las molestias ocasionadas.

El equipo que Carlos había formado estaba compuesto en su mayoría por gente de la isla, o que había emigrado ante la falta de trabajo “serio”. El hotel comenzó incluso a ofrecer servicios de escolta a sus huéspedes, un servicio adicional para los más paranoicos. Algunos sólo lo contrataban para ostentar, a pesar de que el personal que le acompañaba no se tomaba a broma su trabajo. Aunque la población zombie había sido controlada casi completamente no había semana en la que no hubiera algún susto.

El mayor problema se encontraba en las playas. ¿Cómo proteger a un VIP que se metía alegremente en el agua? Mallorca no era conocida ciertamente por sus peligros acuáticos… hasta que los turistas comenzaron a ser atacados por zombies arrastrados por las mareas a las playas mallorquinas. Alguien había sugerido una solución cuando menos megalomaniática como era vallar toda la costa para impedir que se colaran los zombies. Pero aunque en algunas calas eso era posible en la playa principal conocida como S’Arenal, era completamente imposible, una línea casi recta de costa de unos seis kilómetros. Así que la solución que se había encontrado era contratar socorristas con el título de tirador experto.

El problema con esa solución había surgido cuando el número de muertes por disparos accidentales había sido superior al de muertes por ataques de zombies. Los inspectores de trabajo tuvieron que ponerse duros y realizar pruebas a los socorristas para comprobar que realmente no habían obtenido el título en una feria.

Además de eso se había decidido patrullar las costas tanto con lanchas como con mini submarinos no tripulados en búsqueda de no-muertos. Tratando de acabar con ellos antes de que alcanzaran la costa. Obvia decir que no se tardó en convertir en una cara atracción turística: “Patrulle junto a nuestros vigilantes las playas de Mallorca en busca de zombies”. Todo por el dinero.

El servicio de escolta del hotel incluía su propio mini submarino que era dirigido desde el hotel para apoyar al grupo de escolta que estaba en la playa preparado para lo peor. Era un operativo costoso pero que los clientes pagaban sin problemas con tal de asegurarse que su pierna no sería mordida por algo que no fuera un animal.

El personal de seguridad del hotel se convirtió en una razón más para confiar en el hotel y hospedarse en el mismo. Parecían que las cosas iban viento en popa para el negocio.

Jornada 01 Un nuevo comienzo (09)


Durante la primera media hora, entremeses mediante, ambos se estuvieron estudiando hablando de cosas triviales: deportes, política, religión, mientras tomaban nota de las respuestas y reacciones del otro. Ambos habían tenido experiencias diversas con los zombies, y con la gente en general, y parecían tener en común el preocuparse por la seguridad de la gente.

Cuando le preguntó por las medidas de seguridad del hotel Carlos sonrió enigmáticamente. Pero no dijo nada. Pep insistió.

-Bueno, no se lo tome a mal, pero contratar la seguridad de su hotel a una empresa externa no es la mejor opción –le señaló Carlos-. La gente pagada por otra gente no se preocupa de los clientes más de lo debido, y su fidelidad sólo es tan buena como el dinero que cobren de la empresa. No lo que usted le pague a la empresa.

Pep asintió y le indicó que continuara. Realmente era una de las razones para tener su propia seguridad privada. Pagar a la gente directamente de manera que se sintieran parte de algo y no simplemente empleados a sueldo.

-Luego está la piscina –continuó- que, bueno, es algo exótico que esté fuera del hotel entre los carriles de la carrtera, pero… de cara a la seguridad… sería mejor que fuera una piscina cubierta, con cristales antibalas a ser posible, además de esa manera podría tener la piscina climatizada, y sus clientes también podrían usarla en invierno.

El silencio se hizo entre ellos cuando el camarero trajo los primeros platos. Ambos comieron en silencio la deliciosa comida que el cocinero había preparado ese día. Mientras esperaban el segundo plato Pep tomó la palabra.

-Son unas observaciones adecuadas, que su jefe ha… omitido cuando le pedí un informe. O simplemente no le pareció importante –Pep hizo una pequeña pausa mientras bebía un trago de vino-. Desde hace un tiempo llevo buscando un jefe de seguridad que resuelva esas y otras cosas que hay en el hotel.

>> Entienda que mi primera prioridad son los clientes. Y los empleados por extensión. Si todos están cómodos todos ganamos. Y la seguridad es un tema que me preocupa profundamente. Quiero dar una auténtica sensación de la misma. Pero no sólo darla. Quiero que, si llegado el caso, esa sensación sea una realidad, y que pueda asegurar a mis clientes que no les pasará nada.

-La perfección no existe –le indicó Carlos-. Siempre está el factor X. Ese algo que puede ocurrir. O como decía nuestro buen amigo Murphy: Si algo malo pasara, no sólo pasara, sino que será peor de lo que pensabas y esperabas.

Pep sonrió.

-O como también se dice: Espera lo mejor, pero prepárate para lo peor.

Carlos asintió. Y Pep volvió a tomar la palabra.

-¿Entonces puedo dar por asumido que quiere el puesto de jefe de seguridad?

Jornada 01 Un nuevo comienzo (08)


El problema era que, al igual que los turistas, los jefes de seguridad en la isla escaseaban. Sabían que era una ratonera. Y si alguna vez volvían los zombies con fuerza no había nada que hacer.

Hasta que un día mientras hablaba con un cliente éste le felicitó por uno de los miembros de seguridad del hotel. Investigando más descubrió que entre el personal contratado no todos eran más rápidos con el gatillo que con el cerebro y poco a poco fue escuchando grandes cosas de esa persona, tanto entre los empleados del hotel como entre los clientes. Al parecer era una persona educada y sociable que trataba de ayudar en lo que fuera necesario.

Lo primero que hizo fue conseguir su currículum y estudiarlo. Tenía un título universitario y había sobrevivido a los zombies en Mallorca en el ’85. Pero sus jefes no parecían tenerle en alta estima a juzgar por las continuas notas negativas presentadas por los mismos… lo cual hacía que tuviera más interés por él. Había aprendido que si un superior se quejaba continuamente de un empleado pero no le despedía… era que simplemente lo consideraba una amenaza para su puesto.

Se decidió en que tenía que conocer a ese hombre.

Así que un día en el que éste trabajaba se acercó a él y le invitó a comer cuando pudiera. Carlos, que así se llamaba el miembro de seguridad, se mostró algo sorprendido que el director del hotel le invitara a comer, pero no fue impedimento para que aceptara quedar con él.

Poco después se encontraron los dos comiendo en uno de los restaurantes más tradicionales de la ciudad que se encontraba cerca de su casco antiguo, el celler Sa Premsa, y que estaba como era habitual lleno por los estupendos platos caseros elaborados por sus cocineros. Lo cierto era que a pesar de la caída de visitantes extranjeros el restaurante había resistido gracias a los clientes locales que se habían convertido en habituales.

El motivo por el que Pep había elegido ese sitio no era únicamente por su buena comida, sino también porque había un ruido de fondo que impedía que nadie escuchara sus conversaciones. Y en el mundo hotelero los espías se ganaban el sueldo de la misma manera que en cualquier otro negocio. La información era poder. Y saber a quién estaba tanteando el nuevo Rey Midas como jefe de seguridad era una información realmente golosa.

Pep le ofreció un cigarrillo a Carlos mientras encendía uno para sí mismo mientras esperaban los entrantes, éste negó con la mano. Pep le dio una calada a su cigarrillo y luego soltó el humo haciendo que se uniera a la nube blanca que flotaba sobre sus cabezas.

Jornada 01 Un nuevo comienzo (07)


Por supuesto el primer hotel que tuvo todas las reformas acabadas y con el visto bueno del inspector fue el de Pep. Así que recibió la publicidad gratuita de la televisión, y la inauguración fue un fenómeno social al que asistieron la flor y nata de la isla, del país y de parte del extranjero. Una ayuda extra que no había previsto pero que hacía que todos los focos se centraran en él y su nueva aventura.

Durante las siguientes semanas estuvo invitado a una docena de programas de televisión, todos de gran audiencia, incluyendo los programas del corazón que estaban interesados en las habitaciones VIP, las medidas de seguridad que tendrían los famosos… y toda esa publicidad sin tener que gastar una peseta o pedir favor alguno. Incluso recibió peticiones de programas de radio para hacer especiales desde el hotel. Y, cuando la liga de fútbol se reanudó, los primeros equipos que venían como visitantes para jugar contra el Mallorca eligieron su hotel para descansar… sin temer por su seguridad.

Y, además de todo eso, el Obispo y un enviado especial del Papa bendijeron el hotel. No podía pedir más. Bueno, sí, que el mismo Papa visitara la isla y se alojara en su hotel. Pero eso sí que no iba a pasar nunca.

Después del boom inicial y con el resto de hoteles acabando sus reformas las cosas volvieron a la normalidad. Pero la primera etapa del hotel le había situado en el mapa del mundo y ahora, aunque las cosas en el futuro fueran lentas, tenía una base económica más sólida de lo que había previsto.

Si había algo en lo que Pep también había insistido era en la contratación de personal. No quería gente descontenta. No quería trabajadores vagos ni ladrones, ni gente que no se defendiera en, al menos, un idioma extranjero. No escatimó en dinero. Ofreció a sus empleados un sueldo justo, y toda la ayuda que pudiera. Quería que su hotel fuera ejemplar en todos los aspectos.

Lo que más le costó encontrar fue un buen jefe de seguridad. Durante los primeros meses había contratado a un servicio de seguridad externo. Pero quería tener un servicio propio. No depender de gente que, en su mayoría, estaban fuera de forma, estaban amargados por lo poco que cobraban o iban demasiado sobrados por llevar un arma de fuego encima. Nada de eso era bueno para la imagen del hotel. Pero encontrar a alguien que se hiciera cargo de la seguridad se estaba convirtiendo en una ardua tarea. Y no era por falta de candidatos. Era por falta de brillantez y experiencia en campos que no fueran matar zombies. El trabajo no sólo consistía en eso a pesar de lo que la gente creía.

Jornada 01 Un nuevo comienzo (06)


Pep estaba tan seguro de que la ley se aprobaría y que se haría con sus sugerencias que nada más salir había comenzado a realizar los preparativos. Su primera intención siempre había sido construir el hotel desde cero, pero eso llevaría demasiado tiempo. Así que había aprovechado que el mercado inmobiliario estaba de capa caída y había adquirido un hotel en primera línea del lujoso Paseo Marítimo. No tenía playa enfrente pero tenía una preciosa piscina desde la que se podía disfrutar del puerto.

Luego había contratado a un arquitecto para que diseñara el nuevo hotel según sus cambios y especificaciones. Había costado encontrar un arquitecto honrado que no le ofreciera abaratar los precios o las triquiñuelas típicas del negocio. Pep siempre se había negado. Su hotel tenía que ser el mejor, y no se podía dudar de su seguridad. Ni de los materiales que usara. Ahora sólo quedaba esperar para poder comenzar las obras.

Apenas una semana después de su reunión Pep recibió de manos de un mensajero un paquete que contenía la futura ley que sería aprobada por vía urgente en la que se explicaba la nueva normativa de construcción con pelos y señales. Una ley anti-zombie para los constructores en general, y los hoteleros en particular.

Lo primero que hizo fue revisar todos los papeles que había ido acumulando a lo largo de las semanas anteriores. Los permisos los había obtenido sin problemas gracias a la recomendación de su “amigo”, los proyectos del arquitecto estaban todos en orden y según sus especificaciones, los contratos con los constructores estaban firmados pero sin fecha. Parecía tenerlo todo correctamente. Respiró hondo y cogió el teléfono, marcó un número rápidamente. Después de dos tonos alguien respondió el teléfono.

-Ya tengo los papeles. Ningún cambio –dijo Pep completamente extasiado-. Ya podéis comenzar las reformas.

Al cabo de varias semanas la ley era aprobada sin problemas. Era lo que pasaba cuando tenías mayoría absoluta y cualquier postura en contra de revitalizar el turismo y crear seguridad en la población era tomada como una medida contra la isla y sus habitantes.

Al principio los hoteleros mostraron, como era de esperar, su rechazo a esa nueva normativa, y se quejaron amargamente del gasto que ocasionaría. Pero poco a poco sus amigos constructores, o ellos mismos que tenían también participaciones en las empresas, les convencieron de lo buena que era la ley.

Además, tampoco es que estuvieran ganando dinero con la situación actual. Así que si conseguían salir adelante… Y las ayudas del gobierno eran muy sabrosas y atractivas.

Jornada 01 Un nuevo comienzo (05)


-Nadie hace nada por nada –replicó Marcos-, seguramente esperará algo a cambio. Dinero, favores especiales, permisos de construcción…

-Simplemente poder cumplir mi sueño –respondió Pep-, tener un hotel en primera línea sin que los burócratas me compliquen la vida más de lo necesario.

-¿Una carta blanca para construir un hotelucho que no cumpla con esas leyes? –preguntó Marcos creyendo ver por dónde iba Pep.

-No, no, todo lo contrario, mi intención es hacer el hotel más seguro y fabuloso de esta isla –respondió Pep sonriendo como un niño pequeño-. Pero ambos sabemos que a veces los inspectores de obra, o los obreros… pueden causar problemas diversos. Simplemente quiero que eso no me ocurra a mí. Ni más ni menos.

-Eso podría arreglarse –dijo Marcos lentamente mientras pensaba sobre el tema-, pero su idea… costaría mucho dinero. Los hoteles tendrían que ser remodelados, seguramente la mayoría serían derribados para ser construidos de cero…

-Con todo lo que eso implicaría –dijo Pep enseñando la gallina de los huevos de oro-. Nuevos permisos, miles de millones de euros en subvenciones, trabajo a destajo para la mayoría de la población, inversiones a corto plazo que rápidamente darán beneficios… para todo el mundo.

>>Nadie perdería. Al principio seguro que los hoteleros se quejarían, pero sinceramente, ahora mismo no están ganando dinero precisamente con sus establecimientos así que… con la perspectiva de volver a ganar dinero con sus hoteles seguro que no se opondrán a esa nueva ley y las reformas que implican.

Marcos sonrió ante la perspectiva. Las subvenciones era uno de los departamentos que él manejaba… y seguramente venderle la idea al Conceller sería sencillo; éste tenía muchos amigos constructores que seguramente le estarían muy agradecido. Además, bajaría el paro, la gente tendría un empleo, y un sueldo. Eso haría que gastaran más dinero… podría revitalizar toda la sociedad mallorquina de nuevo.

-Creo que podré proponer su idea al Conceller –dijo finalmente Marcos.

-¿Mi idea? –comentó inocentemente Pep-. Me temo que no sé de lo que me está hablando amigo mío. Sólo le pido que me informe del contenido de la futura ley con tiempo para poder presentar mi hotel a la sociedad mallorquina y mundial.

Marcos sonrió más aún. Eso le podría dar un buen empujón a su carrera. Ser el salvador de la sociedad mallorquina, seguramente podría hacerse con el tiempo con una de las Consellerias… o quién sabe… dirigirlas todas como el presidente autonómico.

El camarero trajo los primeros platos y sirvió de una botella de vino que habían pedido. Ambos alzaron sus copas para brindar.

-Por el resurgir del turismo –dijo Pep.

-Por el resurgir del turismo –respondió Marcos brindando con su copa.