Jornada 6. Él. “El fin de los días Parte II” (y XVII) Por JD


Si hay algo que saben hacer bien en las cárceles es enfrentarse a los reclusos bien equipados. Al verles, era como ver a los caballeros de la edad Media con sus armaduras brillantes, aunque en este caso eran armaduras azul oscuro. La planta inferior de la galería se llenó enseguida de humo debido al gas lacrimógeno lanzado por los antidisturbios que ya tenían las porras preparadas y empezaban a caminar hacia lo que ellos creían que eran prisioneros rebeldes.

Yo mientras tanto había salido de mi celda con cuidado para ver el espectáculo y un prisionero no-muerto se abalanzó sobre mí. El pobre acabó cayendo accidentalmente por encima de la barandilla de la galería y estrellándose contra el suelo de la misma en medio de la batalla campal que se había organizado. Yo miré a ambos lados para asegurarme que no tenía más compañeros con ganas de hincarme el diente. Decidí que era el momento para salir de ahí discretamente. Si este comportamiento de no-muertos se estaba dando fuera de la prisión tenía que hacer preparativos y era más seguro estar lejos de aquí y no encerrado con esos monstruos come-carne.

Los antidisturbios, que todavía no sabían contra qué se enfrentaban, empleaban toda su fuerza golpeando a diestro y siniestro sin ninguna piedad ni distinción. Su salvaje comportamiento y su equipamiento era lo que les salvaba la vida y les daba ventaja en esa batalla. Estaban completamente tapados. Era imposible que los zombies pudieran morderles o arañarles o lo que fuera que hicieran los zombies para intentar derrotar a su enemigo.

Yo me dirigí hacia el lateral de la galería donde un guardia novato y principiante observaba todo el espectáculo sin pestañear sin darse cuenta que cualquiera podía acercarse a él y su puesto de guardia y matarlo. Fue rápido, le corté el cuello de lado a lado para que muriera deprisa y sin dolor con un cepillo para los dientes convenientemente afilado, una herramienta rudimentaria pero igual de efectiva. Luego me intercambié el traje con él. Arrojé el cadáver a la nube de humo, antidisturbios y zombies que había y me alejé del lugar.

Sí, mi traje, el traje del guardia para ser más exactos, estaba lleno de sangre, pero justamente eso hacía que fuera más fácil pasar los controles de seguridad. Un compañero herido en los disturbios necesitaba ayuda médica urgente. Y a nadie se le había ocurrido que algún prisionero intentaría o podría escapar. Había demasiado jaleo para que nadie comprobara realmente mi identidad.

Así que salí por la puerta principal a bordo de una ambulancia con destino al hospital más cercano, el cual estaba sumido en un caos debido a un reciente brote de histeria y violencia que había habido en la zona. Y gracias a ese descontrol salí por la puerta del hospital caminando y sin que nadie me dijera nada.

Y ahora, bueno, aquí nos encontramos, tú y yo, paseando por estos pastos en busca de una nueva aventura. Estoy deseando ver que hay en nuestro futuro, seguro que es algo excitante.

Jornada 6. Él. “El fin de los días Parte II” (XVI) Por JD


El caso es que estaba haciéndome con la vida en la prisión cuando mi abogado de turno me dio ‘buenas noticias’. Por lo visto el hombre sabía hacer su trabajo, maldita mi suerte, y podía probar que el día que se cometieron los delitos de los que me acusaban yo estaba en otro lugar. De hecho, me puso en un pequeño problema cuando me preguntó porqué no había dado esa información a la policía. Mi pobre y desganada respuesta fue que no se me ocurrió. Me prometió que en un máximo de una semana saldría de ahí.

Así que volví a mi celda, que no compartía con nadie dado que, por lo visto, habían deducido que yo estaba maldito… o algo peor, pensando en mi mala suerte. Ese mismo día noté que estaba pasando algo raro en la prisión. Lo cierto es que ya venía de tiempo atrás, pero no me había fijado por estar ocupado en otros asuntos, pero ahora que veía que no tenía tiempo, lo que estaba ocurriendo me llamó la atención.

Durante los días anteriores varios reclusos se habían ido poniendo enfermos. El alcaide pensó que los presos simplemente estaban fingiendo para obtener beneficios, o ser trasladados y ordenó a los guardias que no hicieran caso. Si no querían salir a comer o a hacer ejercicio era asunto suyo.

A lo largo de los siguientes días vi a los presos en sus celdas morir. No dejo de pensar en que, estando delante de mis narices, sigo sin saber cómo cogieron el virus, o lo que fuera, que una vez muertos los resucitó. Debo decir que cuando volvieron a la vida me sorprendió, sabía que estaban muertos, lo había llegado a comprobar, nada de un coma profundo o de que se hubiesen ralentizado sus latidos. No, estaban muertos… también lo sabía por haber hecho un pequeño experimento de campo empalando el corazón de uno de ellos para asegurarme.

Así que te puedes imaginar mi sorpresa cuando el prisionero empalado junto al resto de compañeros volvió a la vida. Cuando lo hicieron debo reconocer que me rendí a la evidencia, eran zombies. Sí, sé que mucha gente no asumiría un razonamiento tan… poco lógico, pero si lo piensas bien… que un tío vuelva a la vida después de haberle atravesado el corazón te obliga a estudiar nuevas vías de razonamiento. Así que el pensamiento que eran zombies no me resultó tan extraño.

El caso es que los carceleros siguieron ignorándolos. Un par de días después no pudieron ignorarlos cuando uno de los no-muertos se abalanzó sobre un guardia y prácticamente le arrancó el brazo mientras intentaba comérselo. Ni que decir tiene que los compañeros del pobre desgraciado no se lo tomaron muy bien y entre una docena lo redujeron… dejando su cabeza y su cerebro hecho pulpa. Pero fue sólo el principio. El resto de presos zombies comenzó a salir de sus celdas y los guardias se retiraron temiendo estar ante un motín. La galería quedo cerrada hasta que aparecieron los antidisturbios.

Jornada 6. Él. “El fin de los días Parte II” (XV) Por JD


No negaré que se me había pasado por la cabeza alguna vez tener una cabeza como compañera, para ver… cómo era. La verdad es que la cabeza acompañando tu cerebro hubiera sido más que adecuada. Pero bueno… creía que sería más complicado mantenerla, aunque reconozco que sería fascinante ver cómo una cabeza muerta se convierte en una cabeza zombie y poder estudiarla día a día… supongo que no era el momento.

Así que mientras continuamos nuestro viaje te puedo contar cómo acabé en la cárcel y cómo salí de ella. La verdad es que creo que es una historia interesante e intrigante. Y el destino vuelve a jugar una parte importante en la misma.

Verás, resulta que hubo una vez que alguien cometió un crimen. Mató a una serie de personas y dejó varios testigos vivos. Un chapucero vamos. El caso es que no había grabaciones, sólo los testimonios de las víctimas, que acabaron describiendo a un individuo parecido a mí. Supongo que eso de que tienes por ahí un gemelo, alguien bastante parecido a ti, es cierto. El caso es que acabé en una rueda de conocimiento y acabé siendo señalado como el autor de los hechos.

Lo cierto es que yo tenía una coartada bastante sólida. Pero no dije nada. Ya, parecerá una locura, pero verás, resulta que siempre, dadas mis investigaciones, había tenido en cuenta que podría acabar en prisión por la moral de la sociedad en la que vivía. Y había sentido cierta curiosidad por la vida en la misma. Y ahora se presentaba esa posibilidad con una carta de ‘quedas libre de la cárcel’ para cuando quisiera dejarla. Ideal.

Bueno, acabé en la cárcel a la espera del juicio. Encerrado con la ‘escoria’ de la sociedad. La primera noche compartí celda con un tío que hacía el doble de mí. Uno de esos que se solían ver en las películas carcelarias. Y con intereses que no compartíamos. A la mañana siguiente los vigilantes lo descubrieron colgado de su camastro. Se había suicidado. Por supuesto la prisión investigó el suicido intentando averiguar si yo había tenido algo que ver, buscando pruebas de juego sucio. Pero siempre he sido muy limpio.

Mi segundo compañero de celda fue un delincuente de los llamados de cuello blanco. Uno de esos estafadores que se ganaba la vida robando el dinero a ancianos mediante tretas sucias y engaños. El pobre acabó con el cuello cortado mientras caía al suelo de la galería. Nunca supe de qué murió primero, si desangrado o por la caída. Tampoco se pudo probar nada. He de decir que me fascinó la política interna de los presos. He de reconocer que alguno me vio con el estafador, pero ninguno dijo nada. Engañar a ancianos para robarles su dinero es un delito mal visto ahí dentro, así como ir contra las mujeres o los niños. Me complace decir que descubrí varios pedófilos y violadores que tuvieron desgraciados accidentes, y no, no fui yo el que se tomó la justicia por su mano, pero una vez descubiertos, supe a quién debía informar. El alcaide debía de estar disgustado. Seguro que desde que entré a formar parte de la plantilla carcelaria el índice de muertes y accidentes se elevó hasta números nunca vistos. Pero no es algo que pudieran asociar conmigo realmente.

Jornada 6. Él. “El fin de los días Parte II” (XIV) Por JD


He de decir que quedé algo decepcionado con ese pueblo y sus habitantes. No me entiendas mal, el reto era interesante, pero… se resolvió de una forma tan fácil… no sé, a veces esperas… algo más, un “nosequé”, es difícil de explicar con palabras. Pero no se puede conseguir una obra maestra pintando un solo cuadro. Hay que practicar y practicar y practicar.

La verdad es que no sé qué hacer con tu cerebro. Me da cosa dejarlo por aquí tirado para que lo devore cualquier animal… supongo que seguiremos camino durante un tiempo, hasta que me figure que hacer él.

El siguiente pueblo había sufrido más la amenaza zombie. Pero también habían sobrevivido. Y ahora se estaban rehaciendo. El problema es que había muchos zombies merodeando, era una zona peligrosa para quedarse, y no sabían qué hacer.

Entonces llegué yo. Los habitantes no eran tan habladores, ni tan amables. Supongo que al ser una comunidad pequeña no estaban tan acostumbrados a los extraños, o simplemente yo no les gustaba.

Un bonito reto. La verdad es que tampoco intenté integrarme en la comunidad. Eso sí levantaría las sospechas. Así que simplemente paseé por el pueblo como si fuera un extraño mientras buscaba qué unía a esa comunidad. Y Dios me ayudó. Vaya si me ayudó.

Era una comunidad temerosa de Dios, y su faro de fe sufría una crisis al no saber responder a las preguntas de sus feligreses ni saber identificar lo que significa este Apocalipsis. Así que me ofrecí a ayudarle como buen… temeroso de Dios.

Le indiqué que era un milagro que su comunidad hubiera sobrevivido. Que ésa era una señal divina. Que otros sitios habían sido masacrados por ser pecadores. Ellos eran una comunidad ejemplar. Y debían seguir siéndolo: rezando a Dios y pidiendo perdón por sus pecados. Y… deshaciéndose de los pecadores que podrían poner en peligro esa ejemplaridad. Además, le sugerí que debían aislarse del mundo. Dedicarse a rezar por su salvación. Sacrificarse por los demás.

Te puedes imaginar lo que pasó. Primero se deshicieron de los ‘pecadores’ que ellos creían que pondrían en peligro sus vidas. Y, luego… bueno, llegaron las noticias de que un grupo numeroso de zombies se acercaba al pueblo, y vieron eso como otra señal. Decidieron encerrarse en la iglesia con víveres para sobrevivir y ser salvados por Dios de esa maligna plaga. Por un momento pensé que se acercarían a los zombies y rezarían delante de ellos por la salvación del alma de esos monstruos pidiendo a Dios que obrara un milagro.

Cuando dejé el pueblo la iglesia estaba rodeada de zombies. La verdad… me avergüenza reconocerlo, pero no me quedé para ver cómo acababa la cosa, tenía pinta de ir para largo. Aunque el final sí que me lo podía imaginar. O morían a manos de los zombies de fuera, o morían a manos de los zombies de dentro. No debieron de poder aguantar mucho en la iglesia. Las condiciones higiénicas debían de ser inexistentes. Pero bueno, fue su decisión. Yo sólo… les hablé de posibilidades. No les obligué a nada.

No es culpa mía si la gente es tan voluble. En fin, a ver qué hago contigo, cerebro querido.

Jornada 6. Él. “El fin de los días Parte II” (XIV) Por JD


He de decir que quedé algo decepcionado con ese pueblo y sus habitantes. No me entiendas mal, el reto era interesante, pero… se resolvió de una forma tan fácil… no sé, a veces esperas… algo más, un “nosequé”, es difícil de explicar con palabras. Pero no se puede conseguir una obra maestra pintando un solo cuadro. Hay que practicar y practicar y practicar.

La verdad es que no sé qué hacer con tu cerebro. Me da cosa dejarlo por aquí tirado para que lo devore cualquier animal… supongo que seguiremos camino durante un tiempo, hasta que me figure que hacer él.

El siguiente pueblo había sufrido más la amenaza zombie. Pero también habían sobrevivido. Y ahora se estaban rehaciendo. El problema es que había muchos zombies merodeando, era una zona peligrosa para quedarse, y no sabían qué hacer.

Entonces llegué yo. Los habitantes no eran tan habladores, ni tan amables. Supongo que al ser una comunidad pequeña no estaban tan acostumbrados a los extraños, o simplemente yo no les gustaba.

Un bonito reto. La verdad es que tampoco intenté integrarme en la comunidad. Eso sí levantaría las sospechas. Así que simplemente paseé por el pueblo como si fuera un extraño mientras buscaba qué unía a esa comunidad. Y Dios me ayudó. Vaya si me ayudó.

Era una comunidad temerosa de Dios, y su faro de fe sufría una crisis al no saber responder a las preguntas de sus feligreses ni saber identificar lo que significa este Apocalipsis. Así que me ofrecí a ayudarle como buen… temeroso de Dios.

Le indiqué que era un milagro que su comunidad hubiera sobrevivido. Que ésa era una señal divina. Que otros sitios habían sido masacrados por ser pecadores. Ellos eran una comunidad ejemplar. Y debían seguir siéndolo: rezando a Dios y pidiendo perdón por sus pecados. Y… deshaciéndose de los pecadores que podrían poner en peligro esa ejemplaridad. Además, le sugerí que debían aislarse del mundo. Dedicarse a rezar por su salvación. Sacrificarse por los demás.

Te puedes imaginar lo que pasó. Primero se deshicieron de los ‘pecadores’ que ellos creían que pondrían en peligro sus vidas. Y, luego… bueno, llegaron las noticias de que un grupo numeroso de zombies se acercaba al pueblo, y vieron eso como otra señal. Decidieron encerrarse en la iglesia con víveres para sobrevivir y ser salvados por Dios de esa maligna plaga. Por un momento tuve la esperanza de que se acercaran hasta los zombies y se ofrecieran a éstos arrodillados con la esperanza de ver cómo su Dios obraba un milagro.

Cuando dejé el pueblo la iglesia estaba rodeada de zombies. La verdad… me avergüenza reconocerlo, pero no me quedé para ver cómo acababa la cosa, tenía pinta de ir para largo. Aunque el final sí que me lo podía imaginar. O morían a manos de los zombies de fuera, o morían a manos de los zombies de dentro. No debieron de poder aguantar mucho en la iglesia. Las condiciones higiénicas debían de ser inexistentes. Pero bueno, fue su decisión. Yo sólo… les hablé de posibilidades. No les obligué a nada.

No es culpa mía si la gente es tan voluble. En fin, a ver qué hago contigo, cerebro querido.

Jornada 6. Él. “El fin de los días Parte II” (XIII) Por JD


Por tu mirada me temo que has descubierto que te he mentido, seguro que estás sintiendo el dolor de los cortes que te he realizado. Y bueno, me imagino que notar cómo abro tu cráneo, aunque no puedas verlo será terrorífico por no decir doloroso, pero así es la ciencia. Con suerte podré quitarte el cerebro mientras sigues viva… aunque creo que en ese mismo momento morirás, pero bueno… supongo también que estás deseando que se acabe esta agonía. Piensa que sin cerebro no te convertirás en una de esas horribles criaturas, así que no debes temer por tus compañeros, no les harás daño físico.

En fin, te estaba contando mis aventuras por estos territorios abandonados de la mano de cualquier Dios. Un día, mientras iba paseando tranquilamente por el campo llegué a un pequeño pueblo que se había librado de los pocos zombies que había por las cercanías, eran un pueblo de esos donde presumían de escopetas y quedaban los fines de semana para ir de cacería en grupo. Por lo que para ellos sólo había sido otro domingo de caza.

Eran gente muy amable, que se habían adaptado sin problemas a matar a otros seres humanos, aunque fueran zombies. Pero toda esa unión era un espejismo. Noté que las viejas rencillas seguían estando ahí presentes, profundamente enterradas, sí, pero presentes. Así que después de un par de semanas disfrutando de su compañía y de estudiarles a todos comencé a plantar las semillas de la ira. La mayoría de la población era de raza blanca, así que comencé a hacer vagos comentarios sobre la posibilidad de que la plaga la hubieran traído los inmigrantes y la gente “no pura”. El cómo las ciudades en las que había muchos inmigrantes habían caído antes y más rápidamente; cómo al reunirse siempre en grupos numerosos habían contagiado a los demás más rápidamente; y a las minorías les iba pidiendo perdón por lo que el hombre blanco había hecho, como las noticias decían que los primeros en caer habían sido ellos, y no la sociedad blanca; que sentía lástima que nosotros hubiéramos llevado esta plaga a los demás por miedo a la diferencia de color.

En una semana las miradas de miedo y odio eran visibles. Sólo era necesaria una pequeña chispa para hacer explotar el polvorín. He de reconocer que tuve la duda de si intervenir o no en ese momento para encender la mecha; pero el destino, una vez más, fue el responsable. Un niño blanco y uno negro comenzaron a pelearse, echándose la culpa mutuamente de ser los instigadores de la creación de los zombies; a la pelea se unieron los padres, y luego los amigos de la familia… hasta que comenzaron a llegar a las manos, luego cogieron las armas… y, bueno, ya te puedes imaginar el resto, volaron las balas por todo el pueblo y apenas quedó nadie vivo… bueno, en realidad todos acabaron heridos o muertos, por lo que cuando se convirtieron en zombies no pudieron hacer nada para defenderse. El final de un pueblo por odios ancestrales estúpidos.

Ya está, tu cerebro fuera de tu cráneo… ahora sólo queda preparar el resto de la escena.

Jornada 6. Él. “El fin de los días Parte II” (XII) Por JD


Así que aquí estamos tú y yo. Si te soy sincero, no entiendo cómo es posible que nadie deje que una jovencita haga guardias o vigile sola. Sin compañía ni vigilancia y en un mundo tan peligroso como éste. Lleno de depredadores de todo tipo. En el que un zombie puede cogerte por sorpresa y matarte, o peor aún, comerte. O en el que un humano se crea por encima de la ley te viole…

Pero puedes estar tranquila. Yo no haré nada de todo eso… bueno… me temo que morirás en el proceso, pero no te pondré la mano encima de forma indecorosa ni te comeré. Todo será muy aséptico y científico.

Como te habrás dado cuenta no sientes nada de cuello para abajo ni te puedes mover. Es cosa mía. No quería que sufrieras innecesariamente. Así que podrás admirar mis dotes para la cirugía.

Es una pena que tenga que matarte, pero eres un regalo caído del cielo. Estoy moviendo los hilos para enfrentar a tu grupo con el de la base militar. Y si te digo la verdad, eres lo mejor que me podía ocurrir. Sí, podría haber cogido a cualquier otro u otra. Pero… es que tú eres perfecta: joven, guapa, y cuando te encuentren su irá será mayor que si fueras un niño o un joven o una mujer o un hombre. Lo que sentirán al verte desnuda y abierta en canal, bañada en tu propia sangre será irresistible. Así que tengo que agradecerte que te ofrecieras para vigilar los alrededores.

Responderé a tu pregunta de ¿por qué? Manipular a la gente es un arte. Es una ciencia. Una cosa es abrir a una persona, ver cómo funciona su interior, y manipularlo. Puedes hacerlo. Pero hay cosas que son etéreas, intocables. Seguramente pensarás que la personalidad de las personas es una de ella, te equivocarías, tocando aquí y allá en el cerebro puedes convertir a un pacifista en un asesino en serie. Pero la moralidad, la bondad, o incluso el comportamiento en grupo de las personas, eso no puedes modificarlo quirúrgicamente.

Has de usar otros métodos. Saber lo que quieren, lo que temen, qué teclas tocar para calmarles o enfadarlos. Y desde que los zombies aparecieron y salí de la cárcel, bueno, en realidad me escapé, pero te doy mi palabra que estaba ahí por un error. Pero bueno, ésa es otra historia. Desde que salí de la cárcel he ido paseando por este nuevo mundo observando a la gente; comprobando hasta qué punto habían cambiado. Y el miedo causado por el alzamiento de los muertos ha provocado un cambio en la gente que hace que sean más fáciles de manipular.

La gente ha tenido que lidiar con los muertos, con los vivos, sobrevivir, hacer cosas impensables para ellos meses atrás. Y eso hace que puedas manejarlos a placer.

Seguramente pensarás que cosas como la raza o la religión ya no representan problemas para la gente, que está más unida que nunca contra un enemigo común. Pero te equivocas. Esos miedos irracionales siguen estando ahí.

Y ahora te contaré un par de cosas que he ido haciendo mientras caminaba por estos caminos abandonados de la mano de Dios.

Jornada 6. Él. “El fin de los días Parte II” (XI) Por JD


Seguramente te estarás preguntando qué haré con tus ojos. ¿Tirárselos a los zombies como comida, dárselos a los animales salvajes, dejarlos por aquí tirados para que los descubran, enviarlos por correo a tus jefes, comérmelos?… Naaaah. No entiendo la fijación que tiene la gente en esas ideas. Le arrancó los ojos para comérselos; le quitó las orejas para freírlas… Hay gente que incluso se los queda de recuerdo. Salvajes. Eso es lo que son. Necios sin inteligencia. ¿Qué fascinación enfermiza les hace conservar partes de gente? Cortarlas sin otro objetivo que ¿observarlas? Ya te dijo yo, que estamos hablando de gente realmente enferma. Pero bueno, seguro que te mueres por saber qué será de tus ojos. Tranquilo, tendrán una gran utilidad para mí y no será de aperitivo ni nada parecido.

He de confesarte que al principio simplemente pensaba en tirarlos por ahí pero luego se me ha ocurrido una idea mejor, me colaré en el campamento de los hippies, y los esconderé en la bolsa de viaje de alguno de ellos.

Sí, será un toque genial. Imagínate la escena. Imaginemos que tus compañeros no quieren vengarte y deciden ir a ‘hablar’ con ellos; descubrirán los ojos al buscar pruebas, con lo que… los matarán a todos en señal de venganza. Y si no es así, bueno, seguro que algún compañero descubre sin querer los ojos en la bolsa de viaje de su amigo… ¿sabes lo que le pasará a esa persona? Obviamente él lo negará todo. Pero… su vida quedará marcada, ¿lo matarán sus propios compañeros? ¿Le abandonarán? Ésa es la naturaleza humana. Parte de mi investigación privada. La fascinación por el comportamiento humano.

¿Qué por qué hago todo esto? Sed de conocimientos. La naturaleza humana es tan volátil, tan manipulable. Desde antes del apocalipsis la gente ha sido tan sencilla de manipular… mírame a mí mismo por ejemplo. Conseguí matar a mi madre, que todo el mundo lo supiera pero nadie dijera nada ni me mirara mal. ¿Qué cómo lo conseguí? Ah… fue sencillo la verdad.

Un poco de maquillaje por aquí, un par de morados por allá… miradas de terror perdidas sin que las viera mi madre cuando me acompañaba pero si la gente de alrededor… Simular ser un niño que sufre malos tratos a manos de su madre, con tu padre muerto seguro que haría que mucha gente se sintiera indignada… pero la verdad… vale, no siento ninguna vergüenza y no fue la única vez que usé esa táctica, recuerdo una vez cuando estuve en la cárcel… pero creo que se nos acaba el tiempo, bueno, a ti se te acaba el tiempo, así que me temo que te quedarás sin conocer esa fascinante etapa de mi vida.

Antes de dejarte responderé a tu pregunta de por qué no… me aseguro que no te conviertes en zombie. Lo reconozco, es para torturar más a tus compañeros. Que sean ellos los que tengan que… volver a matarte es algo así como irónico, y si no te matan, y te conservan como experimento… cada vez que vean tu cara recordarán este momento, en el que te encontraron sin tus ojos, muerto, abandonado en medio del bosque… Puede que me adorne un poco en los detalles, pero a veces incluso a mí me puede la vanidad. Muere en paz. Sabiendo que tu muerte tendrá un sentido científico y servirá a un fin mayor. El mío.

Jornada 6. Él. “El fin de los días Parte II” (X) Por JD


¿Por dónde iba? Ah, sí. La muerte de mi padre, y mi descubrimiento del cuerpo humano. Es curioso cómo funcionan estas cosas… perdona, pero si no dejas de mover la cabeza podría hacerte daño. Te aseguro que tengo experiencia en quitar ojos sin dolor ni anestesia, es más… gratificante.

¿Cuál es la diferencia dices? Pues es una cuestión de práctica. Quiero decir, vosotros los soldados os entrenáis todos los días, disparáis, lucháis, todo para estar preparados. Pues yo hago lo mismo. Necesito seguir entrenándome. Y si no dejas de moverte podría hacerte daño.

Piensa que si no te movieras y me dejaras hacer mi trabajo… podrías seguir vivo. Quién sabe, incluso podría ser que tus compañeros, al descubrir que no respondes lleguen a tiempo de impedir que mueras. O, y eso también sería divertido, podría ser que el grupo de hippies ése al que vigilabas nos descubriera. ¿No sería irónico? Deberías tener fe en que puedes sobrevivir. Sino no tiene gracia.

En fin, cómo te decía después de lo de mi padre decidí que mi futuro estaba en la medicina. ¿Y sabes otra casualidad? Fue el ejército el que proporcionó esos estudios, y un arsenal de pacientes con los que entrenarme. Sí, otra ironía supongo. Verás, mientras estudiaba pensé en los pros y contras de estudiar medicina y dónde hacerlo. Era obvio que para mis futuros motivos no podía estudiar en un hospital universitario. Por favor… siempre tienes encima a un profesor, a un adjunto o a una enfermera. Y si alguien muere mueven cielo y tierra para averiguar qué ha pasado… en cambio, en el ejército… siempre hay guerras en el planeta. Siempre hay pacientes, siempre hay… ayuda humanitaria que proporcionar. Y a nadie le parece importar mucho si la cifra de muertos sube en uno o dos más… sin contar con el enemigo, aish, que curioso era…

Pero bueno, veo que no estás interesado en colaborar, que le vamos a hacer… te acabo de realizar un corte en la yugular, de esta manera irás perdiendo sangre, y te desmayarás. Seguramente no te dejaré morir… pero como no quieres colaborar, debo tomar este tipo de medidas, no serás testigo de mi obra de arte.

Es curioso esto de los ojos. La gente insiste en decir que son el espejo del alma, pero te aseguro que por más que lo he estudiado, y he diseccionado ojos, no he visto ninguna prueba de ello. Creo que más bien es simplemente un reflejo de la luz que la gente confunde con otra cosa. Fíjate en los zombies por ejemplo, todo el mundo dicen que reflejan la muerte, que no tienen vida. Pero en realidad simplemente es que… no parpadean. Simplemente eso. Y al no parpadear la película lagrimal que protege los ojos se pierde, y eso hace que parezca que tengan esa mirada… de muerto. Todo es una ilusión. Pero hay un par de cosas que me fascinan sobre esos zombies. A la larga, seguramente deberán perder visión, y quedarse ciegos. Piénsalo, nuestros párpados nos sirven para limpiar los ojos y protegerlos, al no usarlos, los ojos están expuestos a la luz continuamente, a las inclemencias, el polvo, el polen, todas esas cosas de las que ni nos damos cuenta… A lo mejor por eso tienen tan buen oído, porque pierden la vista poco a poco y pasan a incrementar sus otros sentidos.

Jornada 6. Él. “El fin de los días Parte II” (IX) Por JD


Supongo que todo el mundo me dirá que estoy loco, que soy un psicópata… En fin, en realidad soy un incomprendido. Quiero decir, sí, me gusta abrir en canal a la gente. Y manipularla. Pero… ¿no es eso lo que hace un científico? Investigar, descubrir, pero al parecer mi afán del conocimiento no está bien visto.

¿Y cuándo empezó todo? Tal vez con la muerte de mi padre. Claro que seguro que dirían que eso fue lo que me traumatizó, otros dirán que ya era malo por naturaleza, qué sabrá nadie.

Un buen día mi padre murió. No fue una muerte agradable. Aunque yo no tuve nada que ver con ella. Unos dicen que se durmió al volante, otros que fue un ataque al corazón, los menos decían que iba tan borracho que no se podía mantener ni sentado. El caso es que un buen día el viejo se cayó entre las afiladas hojas del tractor y lo destrozó. Bueno, decir que lo destrozó es ser condescendiente, vale, no eran trozos pequeños, pero… Cortes limpios, pero que hicieron que recomponer su cuerpo fuera un interesante puzzle.

Bueno, ese día, no recuerdo cómo, acabé en el campo. A lo mejor le llevaba la comida, o simplemente iba a ver cómo se abría la tierra al paso del enorme tractor, el caso es que cuando llegué, el tractor estaba caído en una zanja por la que pasaba el agua, acequia que la llamaban, y no encontré a mi padre por ninguna parte en ese primer momento. Me puse a buscarlo y cuando le encontré…. Bueno… fue como tener una iluminación. Ahí estaba todo su cuerpo, recién cortado, el suelo regado de sangre, se le podía ver todo, venas, músculos, huesos; su torso también había sido cortado por lo que podía ver varias partes de sus órganos internos… y de repente miré mi brazo… luego miré su brazo cortado… nunca se me había pasado por la cabeza que el interior de mi cuerpo fuera tan complejo, era ver su brazo cortado, e imaginar que por mi interior también circulaba sangre, había venas, esos huesos… los músculos. Nunca había visto sacrificar a un animal, pero ver la carne que rodeaba los huesos, me recordó a la carne que cocinaban en mi casa. En fin… era una sensación difícil de explicar. Todo un nuevo mundo se abría delante de mí.

No sé cuánto tiempo pasé fascinado por el espectáculo, mirando los trozos cortados, y mirando mi cuerpo, pensando que debajo de mi piel había todo eso… era tan… complejo… Era de noche cuando me encontraron los vecinos que habían acudido a buscarnos cuando ni mi padre ni yo aparecimos. Todos creyeron que estaba en estado de shock, y por eso no había dado el aviso. Mi madre no dejó de llorar durante una semana, lo que me permitió pensar más en lo que había descubierto. Quería saber cómo funcionaba todo. Comprenderlo. Sabía lo que quería ser en el futuro. Y, obviamente no me pasaba por la cabeza que eso estaría tan mal visto por la sociedad. Quiero decir, ¿acaso matar no es parte del proceso de la investigación? Pero por lo visto si lo haces con humanos vivos está mal visto. Un incomprendido, vamos, eso es lo que soy. Un genio incomprendido.