20 enero de 2010
Hoy me he llevado otro susto. De nuevo por culpa de un jodido timbre. Esta vez el del portero automático. De verdad… los jodidos manuales sobre el Apocalipsis Zombie tendrían que avisar de estas cosas. He arrancado el telefonillo de cuajo sin responder ni nada. Y pensar que antes mi única preocupación cuando el trasto sonaba era si sería la molesta propaganda de algún restaurante chino de esos tan molestos que no saben leer que ‘la comunidad no admite publicidad’… al margen de que todo el mundo sabe que en ese tipo de restaurantes no son como antes de la Gran Plaga, y ahora son capaces de colarte carne de zombi para ahorrar.
Y pensar que no hace ni un mes me estaba tomando las uvas tan alegremente en la plaza de Cort… y cómo comencé el año, joder, con una rubia y una morena que no se conocían de nada pero iban tan borrachas que no les importó. Tendría que haber hecho fotos o algún video, pero no se me ocurrió; claro que tenía las manos ocupadas pero lo que habría presumido con los colegas. Joder, lo que daría por estar encerrado con esas tías ahora. Al menos no estaría tan aburrido escribiendo este absurdo diario.
Me he asomado a la ventana y la mayoría de luces que veo encendidas son las mismas de siempre. O están en automático o hay gente realmente tratando de llamar la atención de forma absurda. Bueno, peor para ellos. Joder, y ahora suena el teléfono, ¿quién será a estas horas?
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Apocalipsis Island 
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