Y un enemigo sin miedo a morir o sin objetivos era un enemigo poderoso y al que se tenía que temer.
Putin escribió varios informes sobre el tema y mando copias no sólo a Moscú sino a los Altos Mandos de la zona. Eso último provocó que se granjeara enemigos dentro del Politburó dado que seguían considerando que la información era poder, y este último lo querían para ellos. No parecían comprender que no tendrían poder si no se conseguía neutralizar la amenaza de los resucitados. En cambio ese mismo gesto le granjeó el respeto de los soldados dado que lo vieron como información vital para poder sobrevivir.
A partir de ese momento el esfuerzo del agente del KGB fue el de reforzar el muro de Berlín. Su intención era hacerlo más seguro, no impenetrable. Las noticias desde Moscú indicaban que el muro que rodeaba el Kremlin parecía aguantar las envestidas zombis así que ese debía ser el ejemplo a seguir, muros no excesivamente altos pero si anchos que permitieran que aunque se derrumbara parte del mismo todavía quedara suficiente para poder restaurarlo sin sufrir problemas.
Lo primero que hubo que hacer fue reforzar y cerrar el muro de la parte occidental para luego poder quitar con cuidado las minas que había alrededor del perímetro. Fueron unos meses intensos y en los que los zombis causaron numerosos problemas por su errático comportamiento. La cosa fue empeorando a medida que Berlín Occidental iba siendo abandonada a su suerte por las autoridades y el número de zombis iba creciendo sistemáticamente sin que nada o nadie lo remediara.
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