A mediados de los 80, los muertos comenzaron a volver a la vida sin una explicación científica lógica en lo que se pensó que era un ataque biológico norteamericano. Chernenko, presionado por el resto del Politburo preparó los misiles nucleares para ser lanzados contra los enemigos del estado y comenzar la 3ª Guerra Mundial, y cuando estaba a punto de dar la orden… murió. La presión finalmente había podido con su corazón y éste había dicho basta. A pesar de estar declarado el estado de emergencia y excepción, su sucesor, un jovencito llamado Mijaíl Gorbachov, decidió retrasar el ataque nuclear para honrar al líder muerto, lo que al final se descubrió como una de las medidas más afortunadas de la historia de la Humanidad. Con esos días de más se descubre que no sólo la URSS está sometida a ese extraño fenómeno sino que el resto del mundo también sufre esa plaga.
El nuevo líder la Unión Soviética decidió alargar su mano para ayudar al mundo capitalista en una decisión que le dejó tocado dentro del partido, al ser interpretada como una medida de debilidad. El resto de líderes del mundo rechazó la ayuda de una de las fuerzas militares mejor preparadas del mundo, desconfiando de que no fuera un ataque biológico urdido por los soviets.
La cosa se complicó aún más cuando su antecesor resucitó ante la mirada de miles de ciudadanos que habían ido a rendirle los últimos honores y asegurarse de que realmente estaba muerto. El caos que eso provoca hace que cientos de personas mueran aplastadas ese mismo día y, mientras el Politburo trata de decidir qué hacer con el zombi de Chernenko, éstos acaban resucitando y aumentando el caos en Moscú; de esta forma, el número de muertos ante esta amenaza aumenta y comienza a cifrarse en decenas de miles al ser todo el mundo sorprendido y no saber qué hacer ante ese nuevo fenómeno de los muertos resucitando. Demasiado tarde se decide que los cuerpos de los muertos hay que quemarlos enseguida, Moscú está perdida y la gente huye aterrorizada al ver que ni el ejército es capaz de detener esa marabunta que no respeta edades o sexos o posiciones sociales.
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