-Código apocalipsis, repito, código apocalipsis –dijo mirando a las cristaleras desde las que se vigilaba la cubierta de vuelo.
En unos segundos las alarmas comenzaron a sonar a lo largo y ancho de la cubierta de vuelo y la gente comenzó a correr de un lado para otro. Doc respiró hondo. Tenía previsto algo así. Siempre tenía una docena de planes de escape a mano para ocasiones así. Una docena de marines apareció corriendo del interior del portaviones y se dirigió hacia él tomando posiciones a su alrededor para protegerle. Seguramente más de esos marines debían de estar comenzando a coordinarse para dar caza a la fugitiva. Fuera como fuera Mara estaba muerta… pero no iba a correr riesgos.
A lo lejos pudo observar cómo el avión que le sacaría de ahí estaba siendo izado hasta la cubierta por uno de los ascensores de la cubierta de vuelo: un Grumman C-2, un avión bimotor con ala superior que le llevaría hasta donde él quisiera. Que iba a ser muy, pero que muy lejos de esa isla. Una lástima terminar con el experimento antes de tiempo, pero su vida era demasiado preciosa como para arriesgarla. Observó cómo a lo lejos los F-18 que le escoltarían estaban siendo colocados en las catapultas de proa mientras eran armados y preparados para ser lanzados.