Jornada 10. El final del principio (36)


Unas horas antes, Doc salía a la cubierta de vuelo del portaviones mientras encendía un cigarrillo y se apoyaba contra una de las paredes de la denominada isla, en la que estaba situado el puente de mando. La tripulación casi ni le prestaba atención y estaba más atenta a sus quehaceres diarios. En esos momentos Mara acababa de terminar de recibir su tercera transfusión, pero seguía viva, esa mujer parecía poder aguantarlo todo. Pero daba igual, estaba muerta sólo era cuestión de tiempo de que su cuerpo se enterara. Mientras tanto él seguiría experimentando con ella sin contemplaciones.

El sol se había puesto hacía rato y Doc dio una calada mientras buscaba la luna. Y pensar que en ese momento debía de haber millones de pobres desgraciados muriendo por culpa del tabaco… claro que él se había asegurado de que el suyo no tuviera agentes cancerígenos, no se podía permitir morir de algo tan estúpido. Aunque lo cierto era que había dejado de fumar tan regularmente como antes, la edad. Recordaba cuando fumaba una cantidad de paquetes diaria tal que ni se molestaba en contarlos. Y podía engañar a quien fuera para que hiciera lo que él quisiera, en cambio ahora… tener que tratar con la gente era un incordio cada vez mayor aunque tenía sus premios como el estar a bordo del portaviones con todos los medios que necesitara a su disposición.

Su teléfono comenzó a vibrar. ¿Quién demonios le llamaba ahora? Cuando miró la pantalla se asustó: era la alarma silenciosa. Su paciente se había escapado. El primer pensamiento que le vino a la cabeza era de terror, una vez más aquella diabólica mujer había conseguido lo imposible; debería estar muerta y sin embargo… Tiró el cigarrillo y marcó nervioso un número mientras comenzaba a caminar por la cubierta de vuelo a ritmo acelerado.