Doc le había sometido a todo tipo de experimentos. Seguramente innecesarios. La venganza por todos aquellos años que había ido detrás de él ahora se los estaba haciendo pagar de esa forma tan dolorosamente científica.
-Si te sirve de algo, no voy a matarte… bueno… -Doc soltó una carcajada sonora que resonó por toda la sala- Vas a morir, seguramente. Nadie ha resistido a lo que te voy a someter. Pero quién sabe… a lo mejor nos das a todos una sorpresa y sobrevives. Vas a ser mi conejillo de indias todo el tiempo que pueda permitírmelo.
Mara perdía el sentido del tiempo continuamente, no sabía el tiempo que la dejaban inconsciente, o durmiendo; la alimentaban por vía intravenosa y de vez en cuando alguien aparecía para darle masajes o moverle las distintas partes del cuerpo. Doc la quería en forma y no con el cuerpo atrofiado. Pero si había algo que odiaba eran los continuos monólogos del científico. Eran peor que los experimentos, tener que escuchar el sonido de su voz una y otra vez sin parar. Como si fuera una grabación. Pero no era así. ¿De dónde sacaba ese loco esa verborrea y habilidad para hablar continuamente?
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