Jornada 9. La Ira de Dios (193)


-¿Me está diciendo que fue por culpa suya que los militares no intervinieron? –Preguntó Xavier ocultando su enfado lo mejor que podía pero no su sorpresa.

-No, no, no, ya me hubiera gustado tener tanto poder. No –negó una vez más el padre Díaz- Cuando Dios me dio su señal enviando a los muertos a la cabalgata de Reyes, ¿metafórico verdad? Quiero decir… sus majestades orientales fueron los enviados de la humanidad para dar la bienvenida al hijo redentor. Y cuando la humanidad rememora ese aniversario… él manda a sus nuevos mensajeros… Si eso no es una señal divina…

Xavier se quedó en silencio recordando el atroz espectáculo que siguió a través de la televisión.

-Como le iba diciendo, al principio no sabía qué hacer, cuál era mi papel en todo aquello, pero mi inmediato superior, temiendo por mi seguridad me aconsejó que subiera al castillo, lugar en el que estaría protegido de aquellas… bestias irracionales. Decidí que necesitaba más tiempo y acepté la sugerencia. Me acompañaron varios religiosos más y juntos llegamos a las puertas del castillo que estaba controlado por los militares. Entramos sin problemas. ¿Quién le cierra las puertas a los representantes de la Santa Madre Iglesia? Así que nos instalamos ahí y yo comencé a pensar en qué debería hacer.

-¿Averiguó el motivo por el que los militares no intervinieron? –Preguntó Xavier sin poder ocultar su curiosidad.

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