Jornada 9. La Ira de Dios (190)


-Bueno… -Xavier dudaba, algo en su interior le decía que fuera alerta con esa persona- Fue un malentendido con el camarlengo… que luego fue nombrado Santo Padre. Digamos que no compartíamos el mensaje que la Iglesia debía dar sobre el tema de los zombis.

-Lo sabía –dijo con tono triunfante Díaz- Usted tampoco cree que sean enviados de Satán realmente sino enviados del Señor para salvarnos.

Xavier se quedó en silencio. Aquel hombre estaba loco… pero cualquiera le contradecía. Debía averiguar más antes de tomar una decisión.

-Al principio yo no lo veía claro –continuó Díaz- Yo también creía que era una señal del fin del mundo y me preparé para ello. Pero luego, a medida que pasaba el tiempo y pude pensar sobre ello… todas las señales estaban ahí. Sólo Dios o su hijo Jesucristo han podido resucitar a los muertos. La Biblia lo deja bien claro y está llena de ejemplos. El demonio no tiene ese poder. Así que debían ser enviados por el cielo.

Xavier continuó en silencio. La retorcida lógica de Díaz era algo contra lo que no se podía luchar, todos los fanáticos eran iguales; daba igual lo que dijeras que nunca destrozarías sus teorías.

-Pero en los escritos de la Biblia… no resucitan como seres irracionales –dijo tentativamente para tratar de encontrar hasta qué punto debía de tener cuidado con Díaz.

-A lo mejor a lo largo de los siglos los testimonios se han ido… transformando –respondió Díaz- creyendo que sería mejor adornar… la verdad para un público más acorde con los tiempos. ¿Acaso no es más romántico resucitar como si nada hubiera pasado que teniendo que explicar el mal olor o la piel que se cae? Y seguramente en la biblioteca secreta del Vaticano todavía hay algún ejemplar original y sin retocar.