-Ha de tener en cuenta que han sufrido bastante en las últimas décadas –dijo Xavier con cuidado- Las pruebas a las que se han tenido que enfrentarse…
El padre Díaz hizo una pausa y sonrió. Algo en esa sonrisa hizo que Xavier se pusiera en alerta y retrocediera un paso poniendo algo más de distancia entre ellos. Y se había dejado la escopeta en la habitación de atrás…
-No crea que al final no le he reconocido… dijo Díaz lentamente- He tardado un poco pero… sé quién es usted.
-¿Un temeroso siervo de Dios? –Preguntó tentativamente Xavier tratando de bajar la tensión.
-No, usted es el excomulgado –sonrió el sacerdote de una forma que incomodó bastante a Xavier- El condenado por el Papa a vagar eternamente por la Tierra sin ser bien recibido en la casa del Señor… y sin embargo, aquí está.
-Puedo irme si le molesta –respondió Xavier alerta.
-Tonterías –dijo Díaz acercándose a Xavier y dándole una palmada en el hombro- Estamos en el mismo barco usted y yo.
-¿De verdad? –Preguntó sorprendido Xavier- ¿Y cómo es eso?
-Lo cierto es que recuerdo su caso porque… no hubo explicaciones claras sobre lo que pasó, y eso es extraño. No es que la Iglesia esté acostumbrada a dar explicaciones pero… en su caso sólo hubo el comunicado de expulsión y la prohibición de entrar en los santos lugares o ser ayudado… Qué estupidez. ¿me quiere explicar qué pasó realmente?
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