Llegó cuando el sol comenzaba a ocultarse y pasó por debajo de la entrada vigilada, ante la atenta mirada de los centinelas que le saludaron cortésmente.
-¿Cómo le ha ido por Inca? –Le preguntó uno de ellos con cierta curiosidad acercándose al coche.
-Todavía hay gente que está viva… pero no parecen muy interesados en acabar con los zombis –respondió Xavier mientras se dejaba examinar para comprobar que no estaba herido.
-Pues hoy tenemos invitados –le anunció el centinela- Un grupo de cuatro personas que vienen de Palma.
-¿Qué cuentan? –Preguntó con interés Xavier.
-Ni idea, les ha recibido el alcalde en la plaza. Ya nos enteraremos.
Xavier asintió mientras se despedía del centinela y entraba en el pueblo para ir a cenar con Joan y su familia. Éste tampoco le pudo decir mucho más sobre los recién llegados; por lo que había podido enterarse había un policía local y un sacerdote en el grupo además de dos personas que no parecían ser militares ni nada por el estilo.
Inicialmente, al escuchar que uno de ellos era un sacerdote, Xavier se alarmó un poco. Él no era precisamente miembro del clero y dentro del mismo había miembros que le tenían por un terrorista o algo por el estilo. Un peligro para su fe. Eso hizo que pasara el resto de la cena preocupado por lo que podía suceder en el futuro cercano.