-¿Y cómo es que ha acabado en Inca? Es cierto que no estamos tan lejos del monasterio pero…
-Santuario –le corrigió Xavier sonriendo- Por lo visto es una leyenda urbana referirse a Lluc como monasterio dado que nunca lo ha sido. Ya me tocó recibir un duro correctivo por parte del prior por tener mal mi información.
-Ahora me entero –dijo Monty- Yo siempre lo he llamado monasterio, y no soy el único. Y vivo aquí… supongo que los locales siempre damos las cosas por sentadas y no nos molestamos en informarnos.
-Suele ocurrir –respondió Xavier- Los habitantes de las ciudades no suelen ser tan conscientes de lo que les rodea como los turistas dado que al fin y al cabo para estos últimos es una nueva experiencia.
-¿Puede centrarse de nuevo en vez de filosofar? –Señaló sonriendo Monty.
-Ah sí. Por curiosidad bajé al pueblo de Caimari y les ayudé con las defensas y con incursiones a Selva, Moscari, Biniamar, Lloseta… encontrando supervivientes e informándome de lo que estaba pasando. Y finalmente he acabado aquí… sintiendo el amor.
-Ha tenido suerte, a menudo los regalos son de plomo… no le gustarían –dijo Monty algo sombrío.
-Lo cierto es que a mucha gente no nos gusta la política del alcalde –interrumpió Cati- Entendemos el peligro de hablar con desconocidos pero de ahí a… hacer desaparecer a gente porque no están de acuerdo…
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