-Los ‘inquenses’ somos así de locos –sonrió Monty- Al final los zombis abandonaron la ciudad hacia nuevos pastos. Y no hemos vuelto a saber de ellos desde entonces. Ahora esperamos a que el ejército se ponga manos a la obra y limpie la isla y nos informe de que estamos a salvo.
-Fascinante –dijo Xavier pensativo analizando la estrategia- De hecho si me lo dicen por adelantado no me habría creído que pudiera funcionar.
-Y sin embargo no hay zombis por nuestras calles –señaló Monty divertido por todo aquello.
-Y sin embargo no hay zombis por las calles –repitió Xavier que no sabía qué decir.
-¿Y cuál es su historia? –intervino Cati.
-Yo me encontraba escribiendo un libro sobre la labor de las iglesias durante la Gran Plaga, y en esos momentos estaba en el santuario de Lluc cuando estalló el brote en Palma. Me aconsejaron que no regresara y me quedé por la zona.