Xavier saludó con un movimiento de cabeza leve.
-Aquí el turista ha estado hablando con el alcalde y he creído que sería mejor sacarle de las calles antes de que desaparezca –le explicó Monty- Además, como siempre te quejas que no traigo a nadie interesante a casa…
-Encantado, me llamo Xavier, vengo del pueblo de al lado, Caimari, y estaba recorriendo los alrededores para ver cómo estaban las cosas.
-Encantada, ¿no preferiría dejar la escopeta en la entrada? –Preguntó la mujer- Le aseguro que esta casa es a prueba de zombis, mi quiero maridito se ha asegurado de ello.
-No existe nada a prueba de esas malignas criaturas. Y la falsa seguridad es el comienzo de su triunfo. –respondió Xavier-He visto ciudades arder, pueblos caer y gente morir debido a que creían que estaban a salvo. Nadie está a salvo.
-Has traído a la alegría de la huerta, cariño. Pero al menos dice la verdad… aunque sea de manera tan brusca.
-Ésta es el amor de mi vida, mi mujer Cati –presentó Monty- Y está realmente loca, aceptó casarse conmigo.
Cati le dio un pequeño codazo en el costado.
-Encantado –dijo Xavier- Siento mi brusquedad, pero me temo que mi experiencia en sitios seguros es demasiado grande. Sólo quiero que estén sobre aviso.
-¿Y sobre su escopeta? –Insistió Cati.
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