-Dudo que sea culpa de Dios, más bien de su adversario, el Diablo –señaló Xavier- Es algo muy común señalar con el dedo al Hacedor cuando la culpa es de otro.
-Realmente es usted un filósofo… o peor aún, un seguidor de Dios.
-Algo así –respondió Xavier sin dar más detalles- Pero si quiere nos olvidamos del tema.
-Mejor nos movemos hacia mi casa y continuamos allí la conversación. Seguro que mi mujer se alegra de ver una cara desconocida pero inofensiva… porque es usted inofensivo, ¿verdad?
-Sólo cuando la necesidad no apremia –respondió Xavier sonriendo y siguiendo a Monty- No siempre se puede ser una buena persona; pero trato de serlo la mayor parte del tiempo.
-No me entienda mal, no me caen mal los filósofos, sólo que… viven en otro mundo y eso hoy en día es demasiado peligroso.
-Debe ser agradable poder vivir en un mundo feliz –dijo pensativo Xavier- Me temo que mi filosofía no llega hasta ese punto.
-Menos mal –respondió Monty aliviado- Estamos llegando.
Si algo había observado Xavier al pasear por las calles de Inca era que fisonomía de la ciudad era bastante monótona. A diferencia de otros lugares que había visitado no parecía haber imaginación o creatividad en la arquitectura del lugar. Todas las calles parecían igual, al igual que las casas. Y todo parecía estar construido sin dejar apenas espacios. Definitivamente, Inca no iba a entrar a formar parte de sus ciudades favoritas.
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