Jornada 9. La Ira de Dios (146)


Ayudó a poner en pie la puerta que había derribado y que daba a la calle y bloquear la entrada con un mueble para que no tuvieran más sorpresas de momento. Luego, una vez todo calmado, pensó en Joan y el resto de personas que se habían quedado en el ayuntamiento. Tenía que ponerse en contacto con ellos y hacerles saber que estaba bien y comprobar cómo habían ido sus planes. Con todo el alboroto no había escuchado ninguna explosión. Esperaba que todos estuvieran vivos y no hubiera habido más problemas.

-Soy Xavier –dijo conectando la radio- ¿Cómo está el tema por la plaza?

-Ha sido un desastre –respondió la voz de Joan al otro lado del aparato algo nervioso- Hemos perdido al alcalde. Ahora la zona está más o menos tranquila pero… ¿Cuál es su situación padre?

-Estoy dentro de una casa ahora, a salvo; las calles están desiertas pero sería conveniente hacer una limpieza más a fondo –informó Xavier- Es posible que más de una casa contenga una sorpresa desagradable y puede que por ahora estén encerrados pero tarde o temprano podrían salir. ¿Cuáles son los planes por vuestro lado? ¿Nos quedamos en el pueblo o nos vamos y volvemos mañana?

-Un momento, que no hemos tenido tiempo para pensarlo.

Se hizo el silencio y Xavier se quedó a la espera de noticias mientras observaba cómo los niños salían de la habitación abrazados a su padre y con la cara blanca por lo que había pasado. Seguía sin acostumbrarse a esa imagen por más que la viera.