Jornada 9. La Ira de Dios (144)


-Mientras sus padres la cuidaban yo estaba dando de comer a nuestros hijos –continuó- Creíamos estar seguros dentro de la casa… mientras fuera los zombis caminaban a sus anchas pero… no ha sido así. Primero escuché ruidos como de cosas que se caían, luego gritos. Cuando subí para ver qué estaba pasando ya era tarde. Los tres se habían transformado… Yo me repetía que era imposible. Que no podía estar sucediendo. Mi mujer no había muerto… pero… tenían esa mirada en blanco pero a la vez terrorífica… vacía… y cuando me han visto han ido a por mí.

Xavier podía imaginar que algo parecido debía de haber ocurrido en la urbanización cuyos habitantes habían tratado de atacar el santuario.

-He bajado corriendo las escaleras para coger a los niños. Pero no sabía a dónde escapar. Quiero decir… las calles estaban plagadas de esas criaturas… mientras lo decidía los zombis habían bajado las escaleras y comenzado a buscarnos. Cuando los niños se han dado cuenta de lo que estaba pasando… bueno, se puede imaginar que ver a su madre y a sus abuelos transformados no es agradable precisamente. Los he cogido y hemos subido por las escaleras y nos hemos refugiado en el cuarto de baño que tiene su propia cerradura.

-Y supongo que entonces es cuando he llegado yo –dijo Xavier para finalizar el relato.

-Gracias a Dios, no sé qué hubiera hecho si llegan a echar la puerta abajo.