-Si sólo había tres zombis, sí –respondió Xavier- No he encontrado más en el resto de la casa.
La puerta se abrió lentamente y pudo ver el rostro blanco de miedo de un hombre que se asomó con cautela. Detrás había dos niños que parecían estar aterrados y tenían el rostro rojo y lleno de lágrimas mientras que de la nariz no paraba de salirles mocos.
Xavier cogió un par de sábanas de la cama de la habitación y salió de la misma para ponerlas sobre los cadáveres. No era cuestión de que los niños vieran aquella carnicería. Y tampoco el hombre. Regresó en seguida. Para entonces el hombre había salido mientras que los niños le seguían abrazados fuertemente a sus piernas.
-Gracias por la ayuda –dijo el hombre- No sé que hubiéramos hecho si no llega a aparecer. Ha ocurrido todo tan rápido y de forma tan inesperada… ni siquiera he tenido tiempo para coger la escopeta… y sinceramente no sé si hubiera sido capaz de usarla.
-¿Eran familiares suyos? –Preguntó Xavier.
-Mi mujer y sus padres. Ha ocurrido todo tan deprisa… –reiteró el hombre . Primero mi mujer… y luego… Ha sido horrible. Llevaba encontrándose mal un par de días, con fiebre y sin ganas de comer, pero yo creía que era la gripe y la he dejado en la cama.
-Entiendo –dijo Xavier escuchando atentamente.
Deja un comentario
No hay comentarios aún.
Deja una respuesta