Jornada 9. La Ira de Dios (142)


Tragó saliva y disparó por tercera vez destrozando el cráneo de la anciana y viendo cómo el cuerpo caía de nuevo sin vida al suelo y se unía a los otros dos.

Había huido de un espectáculo dantesco para caer en otro… y ser el protagonista. Se quedó un minuto en la escalera tratando de reponerse y de escuchar si se oía algún ruido más. Parecía que el resto de la casa estaba en calma. Al observar con más atención los cadáveres que tenía delante de él pudo deducir lo que había pasado. No le habían rodeado, uno de los zombis debía estar en otra habitación de la primera planta mientras la pareja aporreaba la puerta y cuando les disparó salió para averiguar lo que había pasado. Y eso le podría haber costado la vida. Se había centrado en los gritos nada más subir y se había olvidado de comprobar que no hubiera peligro.

Pero al final había sobrevivido gracias a su experiencia.

Pasó por encima de los cadáveres y comprobó, ahora sí, que no había más sorpresas en las otras habitaciones. Cuando se dio por satisfecho entró en la habitación de la que se habían originado los gritos, y que ahora permanecía en silencio.

-¿Hay alguien al otro lado de la puerta? –Preguntó sin ponerse delante de la misma por si alguien estaba armado- Ya no hay peligro.

-¿Está seguro? –Preguntó una voz temblorosa al otro lado.

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