-¿Perdón? –Xavier no entendía cómo se podía hacer eso.
-El teléfono móvil tiene instalada una pequeña aplicación que crea la señal a la frecuencia necesaria –le explicó Pere a través de la radio- Y los detonadores se pueden poner a distintas frecuencias y así los explosivos pueden estallar en distintos momentos.
Xavier no se creía lo que estaba escuchando. Demasiada tecnología para su gusto. Y demasiado peligroso.
-Si creen que funcionará –dijo finalmente- Les deseo la mejor de las suertes.
-Cualquiera diría que no nos va a acompañar –dijo Joan algo sorprendido.
-No creo que me necesiten para esta parte del plan –respondió Xavier- Y alguien ha de revisar el resto del pueblo. Lo cierto es que tengo bastante experiencia en ese apartado así que…
-Pero con los nuevos zombis que hemos visto será más peligroso ir sólo –señaló Jaume- No me parece muy buena idea.
-Dios será mi compañero de viaje –dijo Xavier- Y vigilará mi espalda para que no me pase nada.
Joan y Jaume se miraron e intercambiaron impresiones en silencio. Ambos se encogieron de hombros. Parecía que el sacerdote no iba a cambiar de idea en su plan suicida.
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