Pero el peligro no había pasado dado que un segundo zombi había llegado a su altura y se disponía a ponerle las zarpas encima. Xavier no estaba en posición de recibirle con un disparo y se comenzó a preparar para el ataque. Escuchó un disparo cerca de él y sintió cómo le llegaban trozos de la cabeza del atacante. Joan se había encargado del mismo… de una manera sucia y poco higiénica. Pero no tenía tiempo de darle las gracias dado que todavía quedaban zombis en la calle y podrían aparecer más en un abrir y cerrar de ojos. Debían darse prisa.
Cubriéndose uno al otro continuaron disparando hasta que no quedaron atacantes en pie… aparentemente. Corrieron hasta la posición de Jaume que continuaba peleándose con un zombi que no había sentido la necesidad de atacar a sus compañeros. Su víctima, viendo que tenía la calle limpia y no había más peligro, se llevó las rodillas al pecho para coger más fuerza y lanzó las plantas de los pies contra el pecho del muerto viviente escuchando cómo se rompían las costillas y se aliviaba su presa. El farmacéutico aprovechó esos segundos de alivio para poner un cartucho en su escopeta y volar la cabeza a su atacante sin pensárselo dos veces.
Xavier y Joan llegaron a su altura y le ayudaron a ponerse en píe.
-¿Te han herido? –Preguntó preocupado Joan buscando cualquier señal.
-No, he tenido suerte. Ya sabes cómo se pondría la madona si me dejo morder por alguien que no sea ella.
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