Jornada 9. La Ira de Dios (126)


En el primer cruce ya se encontraron con un grupo de zombis que se había ido internando por el pueblo y trataba, sin éxito por fortuna, de entrar en las viviendas. A la izquierda parecía que había dos zombis y a la derecha otros dos, mientras que la calle de enfrente estaba desierta. Xavier indicó a sus compañeros con señales lo que había. Decidieron separarse en dos grupos. Uno formado por él y Joan que se encargarían de los zombis de la izquierda, y otro con Jaume y Tomeu que seguirían la calle a la derecha.

Todos comprobaron sus armas y se desearon suerte con la mirada. Comenzaron a avanzar lentamente por la estrecha calle por la que parecía que no podría entrar ningún coche sin perder los retrovisores y quedarse encallado.

Los segundos parecieron minutos. Por más que estuviera seguro de que estaba preparado para el combate, Xavier nunca se confiaba y eso le había costado algún problema de salud en el pasado. Avanzó en silencio por uno de los lados de la calle, pegado a la fachada de la casa, intercambiando miradas con Joan mientras él también avanzaba despacio y apuntando su escopeta a los zombis. Cuando pensaron que estaban a una distancia correcta dispararon sus armas llenando de ruido la calle y de plomo las cabezas de sus blancos. Se acercaron con prudencia para asegurarse de la re-muerte de sus objetivos. No tenían pinta de que fueran a levantarse de nuevo.

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