Jornada 9. La Ira de Dios (122)


Encendió el primer cartucho y lo lanzó con cuidado tratando de imitar la fuerza y el arco que había estado entrenando los últimos minutos. El explosivo cayó en medio de un grupo de zombis y tras unos segundos un fuerte ruido sonó y los muertos vivientes volaron por los aires en distintas direcciones destrozados. Una masacre y una carnicería. Los trozos se esparcieron por varias decenas de metros a la redonda.

Otros zombis se acercaron a la zona, en la que se había creado un agujero no demasiado hondo. Xavier repitió la maniobra. Y otro cartucho salió volando por los aires cayendo a unos metros del agujero, y más cerca de la puerta. Y de nuevo, unos segundos después sonó otra explosión provocando más destrozos entre los muertos vivientes más cercanos a la misma. A pesar de ello a las zonas de la explosión se iban acercando cada vez más de esas criaturas sin, aparentemente, saber lo que les esperaba.

Pudo observar cómo la zona de la puerta se iba vaciando poco a poco y se quedaba casi desierta. Continuó con sus maniobras y lanzó más explosivos provocando numerosas bajas entre el ejército zombi, que no prestaba atención a los cuerpos masacrados que se iban acumulando por el terreno. Había trozos de cuerpos por todas partes… y algunos todavía se movían y se arrastraban como si no hubiera pasado nada. Era un espectáculo lamentable y dantesco. Y una vez más Xavier se preguntó qué había hecho la humanidad para merecerse un enemigo así que provocaba que saliera lo peor del ser humano.