-No pretendía darle esa sensación –se disculpó Xavier- Lo que trato de decirle es que no conviene confiarse con los zombis. Y que al final la suerte es un factor a tener en cuenta; en este caso nuestra mala suerte y su buena suerte.
-¿Qué quiere decir? –Preguntó Joan con curiosidad.
-Que la mayor parte del tiempo los zombis tienen la ‘suerte’ a su favor –se explicó Xavier- He visto caer fortificaciones inexpugnables por el más tonto de los detalles. Levantarse lluvias en medio del desierto que impidieron dar la voz de alarma sobre la presencia de esas criaturas… No nos damos cuenta de que ya están muertos. El factor tiempo que tanto nos afecta a nosotros no existe para ellos. Son pacientes. Si un río se interpone en su camino esperan a que se seque. Si una muralla se alza ante ellos miran como el agua y los elementos la debilitan.
-Padre, con todos los respetos, me está acojonando –le interrumpió Joan- Estoy de acuerdo con Pere, parece que está sugiriendo que nos vayamos a nuestras casas y nos volemos la cabeza junto a nuestras familias.
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