-Porque con buenas palabras no se detiene a un zombi –recitó Cati de memoria- Pero sí con una bala en el cerebro.
Xavier sonrió. Seguramente era algo que había aprendido en su casa… o en la escuela. A pesar de que se pretendía quitarle hierro al asunto los zombis seguían caminando por la faz del planeta y era importante que la gente no lo olvidara ni les menospreciara.
-Por cierto cariño –dijo la mujer de Joan- El alcalde ahora parece que no quiere irse del pueblo.
-Por el amor de Dios –dijo Joan suspirando- El prior lo está preparando ya todo. ¿Qué buena idea se le ha ocurrido ahora a ese zoquete?
Deja un comentario
No hay comentarios aún.
Deja una respuesta