-No es muy habitual esa excusa –respondió el prior santiguándose ante el altar – Refugiarse en una iglesia, me refiero, aunque la fe… o eso me gusta pensar, ha conseguido que se llenen, a la gente le sigue costando venir voluntariamente fuera del horario de servicios.
-Miguel se quedó por voluntad propia –dijo Xavier- Quise que se fuera pero… se quedó aún sabiendo el peligro. Y lo pagó con su vida.
El prior se quedó en silencio al escuchar esas noticias. Se puso a rezar y ninguno dijo nada durante varios minutos.
-Juventud, divino tesoro –suspiró el prior rompiendo el silencio- Siempre con la cabeza en las nubes y tratando de cambiar el mundo. No le culpo. Dios así lo ha querido.
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