Antiguamente el Monasterio era un lugar de retiro, poco visitado, y semi olvidado por la sociedad civil. Hasta que a principios de los 80 se popularizó subir al mismo el primer sábado de agosto a píe. Un recorrido de unos 45 kilómetros que se comenzaba a las once de la noche.
Cuando los muertos vivientes aparecieron y amenazaron a la Humanidad los mallorquines se desperdigaron pero el Monasterio se convirtió en un refugio seguro. A la altura a la que estaba se unía la dificultad de llegar al mismo dado que se trataba de una carretera sinuosa y de un grado bastante algo de cuesta. Además se encontraba en el centro de un llano por lo que era fácil de vigilar y avisar si aparecían los zombis. Por todo eso cuando la sociedad se calmó se decidió darle el título de Santuario y la marcha se popularizó muchísimo más siendo decenas de miles las personas que se reunían para hacer la marcha que se convertía en una fiesta y un agradecimiento por sobrevivir.
De todo eso y más era de lo que tenía previsto hablar con el Abad.
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