Jornada 9. La Ira de Dios (05)


Xavier había tratado de pasar desapercibido. Pero había sido complicado ya que la mayoría de sitios eran comunes. El comedor, la biblioteca, la sala común… y la iglesia. Siempre había murmullos y en algunos casos encontronazos accidentales, o palabras dichas por lo bajo que no eran tan por lo bajo. Era un paria. Y sonreía al pensarlo. Como los primeros cristianos.

Se sentó en una de las últimas filas y escuchó con atención al abad. Recordó que era la víspera de Reyes, y lo que se conmemoraba en tal ocasión. La adoración de Jesús. El resto del discurso trató de calmar a los asistentes recordando las bondades de Jesús y cómo nunca rechazó a nadie sino todo lo contrario, le invitó a su mesa… como a Judas. Buenas intenciones que Xavier sabía que no serían tenidas en cuenta. La gente sólo escuchaba lo que le convenía.

Al menos la iglesia tenía calefacción.

Después de la misa tocó el desayuno donde tuvo que soportar más miradas y más murmullos. Miró su reloj. La entrevista con el abad sería después de comer. Le había costado conseguirla dado que el abad tampoco se sentía muy cómodo con la presencia del excomulgado. Pero la llamada del Obispo había suavizado las cosas. No estaba ahí realmente como cristiano, buscando causar problemas. Estaba como escritor. O como antiguamente se decía, historiador. Su objetivo era conseguir testimonios y plasmarlos en un libro para que la gente pudiera leer relatos que no se conocían.

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