Vázquez le sacó de sus elucubraciones.
-¿Y ahora qué? –Preguntó el soldado mientras miraba el cigarrillo con el que había estado jugueteando los últimos minutos.
-Supongo que la visita queda anulada y regresaré a mis vacaciones –respondió Gerald.
-¿Y tu misión?
-Dudo que quede alguien vivo ahí abajo –respondió apenado Gerald mirando los restos- Si los zombis no han cumplido con su misión, las explosiones y el hundimiento habrán acabado con cualquier rastro de vida.
Vázquez asintió.
-Suárez regresamos al hotel para dejar a nuestro VIP –dijo Vázquez comunicándose con el piloto- Al parecer ya no le apetece visitar el portaaviones. Ha perdido las ganas.
-Recibido. Volvemos al hotel. El Mando informa que cuando las cosas estén calmadas mandarán un equipo al portaaviones para asegurar las barras e impedir que se contamine el mar.
Durante el resto del corto trayecto de vuelta al hotel nadie dijo nada y transcurrió sin ningún otro problema. Gerald agradeció la tranquilidad. No era precisamente un hombre de acción y durante la primera plaga se había quedado escondido primero en una base militar y luego en las profundidades de un castillo a salvo del peligro. Todo lo que había pasado en los últimos minutos le había hecho recordar el motivo por el que otros hacían el trabajo sucio por él.
Pero seguía teniendo una pregunta sin responder en su cabeza, ¿qué habría sido de Mara? ¿Habría muerto? ¿Habría sobrevivido? ¿Habría tenido algo que ver con la fuga de combustible? ¿Sería pasto de los peces?
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